30/11/08

Pepesoe y poder

por Ignacio Moncada

El Pepesoe no deja de ser una unión corporativista, una casta atrincherada tras los muros de la oficialidad que defiende sus propios intereses. Su objetivo es el poder; el poder ante todo, y después ya vendrán otros objetivos. Cuando nuestros políticos deben optar entre el bien de los ciudadanos o el poder, es decir, ganar las elecciones, siempre elegirán lo segundo. Es lo que provoca que les veamos constantemente defendiendo una cosa y la contraria, según convenga a sus aspiraciones de poder. Porque si se defiende una cosa y su contraria realmente no se defiende nada, excepto los intereses de uno mismo.

A lo largo de estos años inmóviles en sus sedes y sus coches oficiales hemos visto a los dirigentes de los dos partidos mayoritarios defender una cosa y su contraria, siempre la mirada puesta en ese falso indicador que son las encuestas, es decir, los trampolines al poder. En la primera legislatura de Zapatero, el Gobierno optó por hacer como que lograban la paz entablando negociaciones con terroristas, y por hacer como que lograban la concordia en España mediante donaciones de competencias a las autonomías con virreyes más radicales. Todo humo y cosmética, una política gestual, pues no se solucionó ningún problema, sino que se agravaron; y no sirvió más que para repetir en el poder de mano de esas comunidades con gula de competencias, y de espaldas al resto. Ganaron las elecciones, y ahora parece que el mundo funciona de otra manera. El terrorismo ahora se combate con la persecución policial y judicial, la prisión, y el no dar un palmo al asesino, que es lo que se decía hace año y medio que agravaba el problema, y que no conduciría a la paz.

La Oposición es si cabe más contradictoria. Rajoy, que había dirigido el barco popular durante cuatro años desde la defensa, tímida, de los principios liberales, se dio de bruces con la minoría electoral. Y emprendió el cambio, como Obama. Excepto por la diferencia de que Obama es un político de nueva hornada que se ha rodeado de los mejores, de gente con experiencia, expertos e intelectuales; y Rajoy es un político profesional, de los de siempre, que ha jubilado a los que podían aportar experiencia y ha apostado por la llaneza y el perfil bajo. El cambio de Rajoy es en realidad un cambio de look, porque el fondo sigue siendo el mismo: el poder a toda costa.

Ahora ha llegado una dura crisis económica, y los políticos se ofrecen para salvarnos. El problema es muy complejo, porque se junta un colapso financiero con una crisis energética e inmobiliaria, una renta disponible acribillada de impuestos y una deuda familiar, empresarial y pública por las nubes. Resolver el problema exige tiempo, valentía y riesgo. Pero el Gobierno dice que no nos preocupemos, porque ellos están al frente. Yo siempre me he preguntado cómo van a sacarnos de la crisis unos políticos que han sido incapaces de detectarla, que no comprenden cómo funcionan las cosas, que no han tenido valor para admitir los problemas, y que rechazan tomar cualquier medida impopular o arriesgada para su felicidad electoral.

En realidad la cuestión es sencilla: van a dejar que pase el tiempo. Cuando el Gobierno vea que hemos tocado fondo, echarán mano a uno de sus más importantes activos, que es Solbes, y le utilizarán como fusible. Le van a echar la culpa, le van a sacrificar por el bien común del partido, y van a adjudicarse a sí mismos la remontada que estará protagonizando en realidad la gente de a pie, con mucho esfuerzo y sacrificio, y que habrá padecido para entonces un coste terrible.

El PP ni siquiera se ha arriesgado, no ya a hacer algo que conlleve cierto riesgo, sino a decirlo. Rajoy opinaba el otro día, por ejemplo, que no había que flexibilizar el mercado laboral, mientras esa inacción cómplice va engrosando las filas de ciudadanos que pasan sus lunes al sol. El barbado opositor al poder critica al Gobierno por algunos flecos de cosas que hace, señala con acierto algunos de los riesgos que corre la sociedad, y propone alguna que otra cosa razonable en una amalgama de confusión y errores. Pero a la hora de la verdad vota a favor de las ocurrencias de Zapatero, en contra de muchos que le dimos la confianza en marzo.

Las disputas del Pepesoe versan sobre gestos y sobre maquillaje mientras el fondo de los asuntos se enquista. A la hora de la verdad, lo que tratan es adormecer a la ciudadanía mientras capitanean las encuestas, y así llegar a las próximas elecciones para mantener o heredar el poder mediante el voto al mal menor. Esto no es sino una apuesta segura en favor de la comodidad de los políticos, y a la vez en contra de los ciudadanos.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

nuestra Españita básicamente está poblada por analfabestias y ahí el Psi (Partido Socialista Islámico), antiguo Psoe aunque tampoco era obrero ni español, se maneja muy bien con dos eslogans repetidos machaconamente

en cambio el PP no quiere esforzarse en enseñar a la gente

Pinar dijo...

Qué gran artículo.

Anónimo dijo...

Buenos días, Pinar. Tienes toda la razón. Efectivamente, grandísimo artículo, aunque Moncada nos tiene muy acostumbrados a estos análisis magníficos.

Anónimo dijo...

Muy bien dicho:

EL ACTOR, EN EL PAÍS
Alfredo Landa: "Yo soy de derechas, y uno puede ser de derechas sin ser facha"

Anónimo dijo...

En España hago falta yo

valdimer dijo...

Buenos días cofrades.
Gran análisis, si señor. Así estamos y eso es lo que tenemos. Polñiticos profesionales, gente egoista y acomodada.

No dejaremos de ser un pais de tercera división.

moncho dijo...

ía el rey Rodríguez

acostado en la su cama:

la pierna izquierda encogida,

la diestra, más estirada.

(la otra pierna, la de en medio…

es costumbre no mentalla).



Dormía plácidamente:

Hay que ver lo que roncaba,

so la lana del embozo

de su manta zamorana.

La reina doña Sonsoles,

que al su lado estaba echada,

roncaba un aria da campo

que ni la Callas cantara…



Y antes de que cante el gallo

(que lo suele hacer al alba,

por que sepan las gallinas

quién les canta y quién les manda),

con el rostro demudado

¡don Rodríguez despertaba!:



—¿Qué es aquesto? (diz el Rey).

¿Quién mi sueño sobresalta?

¡A mí la guardia moruna

del Ministro Rub-alkaaba!



Y avanzando entre las sombras

que rodean la su cama…

ve que crece, ve que avanza…

la silueta recortada

de un espectro, de un fantasma…

¡Vive Dios qué miedo daba!



Entre nubes de sulfuro

y otras de canela en rama,

a los pies del rey Rodríguez

el espectro da la cara.



Va vestido de uniforme,

calzón corto, con polainas…,

y, esparcidas por el pecho,

quien en ellos se fijara…,

no verá que lleve estrellas,

sino bujeros de bala.



Lleva gafas redonditas

—las que John Lennon llevara—

y así… visto desde lejos,

se da un aire con Azaña.

Noble porte, talle recio,

cabellera ya entrecana…,

y quién es y por qué viene,

allá mesmo lo declara:



—Yo me llamo Juan Rodríguez:

Soy tu abuelo…, noramala,

y aquí vengo por decirte

cuatro cosas a la cara!



—¿Tú, mi abuelo idolatrado,

el que Franco me matara?

¿Tú, la víctima primera

de entre todas las de España?



—¡Ese soy… y menos coba!



—¡A mis brazos, camarada!



—¡Quita allá!… Menos abrazos,

que de mí no sabes nada:

Si supieras, no le harías

lo que estás faciendo a España.



—Abuelito fusilado…

¿No será que estás de guasa?

¿No te dieron matarile

los del trapo rojigualda?

Pues que sepas que tu nieto

—que por algo es el que manda—

va a volver a la contienda

otra vez las dos Españas:

¡Y esta vez verás, abuelo…

que es la nuestra la que gana!

¡Una España progresista,

federal-republicana,

asimétrica y cubista

de la noche a la mañana!



El abuelo fusilado

mírale y no dice nada…

Mírale muy quedamente,

con su cara de fantasma,

una cara que parece

que es de cera, por lo blanca…

Y por ella, mansamente,

una lágrima resbala

(que la cara, según dicen

es el espejo del alma).



—Ya son setenta los años

que llevo criando malvas

en el cielo del olvido,

y no sé lo que me pasa…

pero me llena de rabia

que mi muerte y la de tantos

no sirviera para nada.



Allí estamos a millares

los que la guerra matara

con su poquito de gloria,

con su poquito de infamia.

Padres, tíos y sobrinos

abuelos de media España.



Allí todos somos uno…

ya no hay rojos, ya no hay fachas,

vencedores ni vencidos.

Sólo queda la enseñanza

de saber que el fanatismo

es quien miente y es quien mata.

Otros muertos más recientes

pueden dar de ello palabra…

(y no veo que por ellos

se te mueva pie ni pata).



Éste es todo mi mensaje,

mi mensaje de fantasma:



No nos metas a los muertos

de comparsas en tu causa,-



No te cuides de los muertos…

Cuídate de los que matan,

los que han hecho de la muerte

su más próspera jugada.



Ahí te quedas, rey Rodríguez…

Ahí te quedas en tu cama.

Yo me voy al otro barrio

Y allá tú con lo que hagas.

Romancero popular.

Anónimo dijo...

Sobre Alfrendo Landa le diría que no se justifique tanto.
Si uno puede ser de izquierdas y declararse rojo...¿por qué no se puede ser de derechas y facha?

Es que Franco era muy malo y a Carrillo le nombraron doctor honoris causa, a Franco le retiraron las estatuas y a Carrillo le ponen calles, rojos buenos fachas malos¿?
Derecha mala , izquierda buena.
Que no se justifiquen tanto coño, que ya bastante tenemos con Rajoy.

Pepesoe dijo...

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