1/12/08

El Dilema de las Reducciones

por Joan Valls

En plena resaca de triunfo socialista, la Universidad de Cádiz publicó, allá por el mes de mayo de 2008, un estudio en el que se concluía que el 94,2 por ciento de los universitarios andaluces quiere ser funcionario o trabajador asalariado. Es cierto que todos los encuestados nacieron probablemente en el mismo año en el que Manuel Chaves ganó sus primeras autonómicas, pero, cuando el 94 por ciento de los universitarios ni tan siquiera piensa o desea crear una empresa, significa que el socialismo ha cumplido sus objetivos con creces. El resto de los universitarios españoles también se caracteriza por su deseo de trabajar para Papá Estado, aunque las cifras no son tan esperpénticas como en Andalucía.

¿Quién es el responsable de esta actitud ante la vida? Para empezar, los universitarios mismos. Verdaderos privilegiados en un mundo en el que el acceso a la educación sigue siendo un lujo, parecen incapaces de valorar el potencial de la misma para el bien común. En países como Estados Unidos, la educación superior supone una costosísima inversión para el alumno, pero se suele rentabilizar en forma de iniciativa empresarial y con el acceso a empleos bien remunerados en el sector privado, que son los que, al fin y al cabo, generan riqueza y prosperidad para el resto de la sociedad. En España, es cierto que la universidad está diseñada, ahora más que nunca, para retrasar todo lo posible la incorporación del estudiante al nanomercado laboral, pero la responsabilidad individual será, hoy y siempre, un factor innegable en el éxito o el fracaso.

Durante un tiempo, intenté aplicar el dilema del prisionero a ciertos problemas de la sociedad española, concretamente los de la juventud. Como no fui capaz de lograr resultados satisfactorios, centré mi atención en algo que siempre me ha llamado la atención: las estrategias en el diseño de quinielas y sus posibles aplicaciones al análisis del comportamiento humano. Lo que me he decidido a bautizar como el Dilema de las Reducciones plantea lo siguiente de forma muy resumida: con la misma inversión, un quinielista juega al método directo con el objetivo de lograr 14 aciertos, mientras que otro, mediante el método reducido, se centra en los 13 o incluso en los 12 u 11. En el caso de nuestros universitarios, parece que la aspiración es lograr esos 13 o 12 aciertos. Visto de forma individual, la opción puede ser viable: personas sin más aspiraciones en el ámbito laboral que lograr unos ingresos fijos y desarrollar una tarea rutinaria de por vida apuestan por las oposiciones y no arriesgan tiempo y capital en iniciativas empresariales. Pero cuando es el conjunto de la sociedad el que aspira a lo mismo, el resultado, como ya lo estamos viendo, es catastrófico. Cuando una sociedad juega por el método reducido a lograr 13 o 12 aciertos, sobre todo entre quienes se supone que, por edad, deberían ser los más emprendedores, el futuro es inviable. La falta de riesgos e iniciativas lleva directamente al empobrecimiento y a la mediocridad que encarna Rodríguez y con el que tantos españoles pueden identificarse.

Los jóvenes españoles, por supuesto, no son los únicos responsables de esta situación calamitosa, pero deberían empezar a asumir que nadie les va a sacar las castañas del fuego y que sin riesgo y lucha no habrá resultados. De hecho, las generaciones anteriores les han legado una deuda descomunal escondida en el confort de una habitación con cama y sábanas limpias, tres comidas al día y una paga para que se emborrachen sin molestar demasiado. Claro que esta actitud reducida ya la vimos cuando Aznar intentó sacar a España del estercolero franco-alemán y las masas gritaban el famoso ¡no a los 14 aciertos! al son de las cacerolas.

Así que, cuando el próximo domingo por la mañana, regresen de la fiesta, nuestros presuntos universitarios volverán a tener que rellenar la factura en forma de quiniela que los padres les habrán dejado preparada junto al desayuno. ¿O es que acaso pensaban que hay algo gratis en esta vida? Quizá esta vez jueguen al sistema de reducciones con 11 aciertos como meta, que estos nacieron en los noventa, tú.

Artículo publicado en Libertad Digital

30/11/08

Pepesoe y poder

por Ignacio Moncada

El Pepesoe no deja de ser una unión corporativista, una casta atrincherada tras los muros de la oficialidad que defiende sus propios intereses. Su objetivo es el poder; el poder ante todo, y después ya vendrán otros objetivos. Cuando nuestros políticos deben optar entre el bien de los ciudadanos o el poder, es decir, ganar las elecciones, siempre elegirán lo segundo. Es lo que provoca que les veamos constantemente defendiendo una cosa y la contraria, según convenga a sus aspiraciones de poder. Porque si se defiende una cosa y su contraria realmente no se defiende nada, excepto los intereses de uno mismo.

A lo largo de estos años inmóviles en sus sedes y sus coches oficiales hemos visto a los dirigentes de los dos partidos mayoritarios defender una cosa y su contraria, siempre la mirada puesta en ese falso indicador que son las encuestas, es decir, los trampolines al poder. En la primera legislatura de Zapatero, el Gobierno optó por hacer como que lograban la paz entablando negociaciones con terroristas, y por hacer como que lograban la concordia en España mediante donaciones de competencias a las autonomías con virreyes más radicales. Todo humo y cosmética, una política gestual, pues no se solucionó ningún problema, sino que se agravaron; y no sirvió más que para repetir en el poder de mano de esas comunidades con gula de competencias, y de espaldas al resto. Ganaron las elecciones, y ahora parece que el mundo funciona de otra manera. El terrorismo ahora se combate con la persecución policial y judicial, la prisión, y el no dar un palmo al asesino, que es lo que se decía hace año y medio que agravaba el problema, y que no conduciría a la paz.

La Oposición es si cabe más contradictoria. Rajoy, que había dirigido el barco popular durante cuatro años desde la defensa, tímida, de los principios liberales, se dio de bruces con la minoría electoral. Y emprendió el cambio, como Obama. Excepto por la diferencia de que Obama es un político de nueva hornada que se ha rodeado de los mejores, de gente con experiencia, expertos e intelectuales; y Rajoy es un político profesional, de los de siempre, que ha jubilado a los que podían aportar experiencia y ha apostado por la llaneza y el perfil bajo. El cambio de Rajoy es en realidad un cambio de look, porque el fondo sigue siendo el mismo: el poder a toda costa.

Ahora ha llegado una dura crisis económica, y los políticos se ofrecen para salvarnos. El problema es muy complejo, porque se junta un colapso financiero con una crisis energética e inmobiliaria, una renta disponible acribillada de impuestos y una deuda familiar, empresarial y pública por las nubes. Resolver el problema exige tiempo, valentía y riesgo. Pero el Gobierno dice que no nos preocupemos, porque ellos están al frente. Yo siempre me he preguntado cómo van a sacarnos de la crisis unos políticos que han sido incapaces de detectarla, que no comprenden cómo funcionan las cosas, que no han tenido valor para admitir los problemas, y que rechazan tomar cualquier medida impopular o arriesgada para su felicidad electoral.

En realidad la cuestión es sencilla: van a dejar que pase el tiempo. Cuando el Gobierno vea que hemos tocado fondo, echarán mano a uno de sus más importantes activos, que es Solbes, y le utilizarán como fusible. Le van a echar la culpa, le van a sacrificar por el bien común del partido, y van a adjudicarse a sí mismos la remontada que estará protagonizando en realidad la gente de a pie, con mucho esfuerzo y sacrificio, y que habrá padecido para entonces un coste terrible.

El PP ni siquiera se ha arriesgado, no ya a hacer algo que conlleve cierto riesgo, sino a decirlo. Rajoy opinaba el otro día, por ejemplo, que no había que flexibilizar el mercado laboral, mientras esa inacción cómplice va engrosando las filas de ciudadanos que pasan sus lunes al sol. El barbado opositor al poder critica al Gobierno por algunos flecos de cosas que hace, señala con acierto algunos de los riesgos que corre la sociedad, y propone alguna que otra cosa razonable en una amalgama de confusión y errores. Pero a la hora de la verdad vota a favor de las ocurrencias de Zapatero, en contra de muchos que le dimos la confianza en marzo.

Las disputas del Pepesoe versan sobre gestos y sobre maquillaje mientras el fondo de los asuntos se enquista. A la hora de la verdad, lo que tratan es adormecer a la ciudadanía mientras capitanean las encuestas, y así llegar a las próximas elecciones para mantener o heredar el poder mediante el voto al mal menor. Esto no es sino una apuesta segura en favor de la comodidad de los políticos, y a la vez en contra de los ciudadanos.

Cuatro minutos y veinte segundos de reflexión

Frente a la España del desbarrancadero, cuatro minutos y veinte segundos de reflexión.

(Traducción de la letra al español, en este enlace)

29/11/08

Deseo y poder

El deseo antimadridista es uno de los campos de estudio más fascinantes que nos depara este principio de siglo. Es evidente que los títulos y el prestigio se amontonan; que la victoria se ha convertido en una tarea rutinaria, acaso interesante cada una o dos décadas por el empuje de un Milán en Europa. Pero eso, por sí solo, no explica las causas ni el transcurrir antimadridista.

Quizá sea hora de releer "Un diálogo sobre el poder" entre Gilles Deleuze y Michael Foucault. Claro, dirán los Fans del Madrid que el escrito data de 1972 y que es tan viejo como la Intercontinental del Atleti. Sin embargo, cuatro décadas no han sido suficientes para desentrañar una ecuación que rige todos los campos de las relaciones humanas, especialmente del fútbol:

"Como bien dices, las relaciones entre deseo, poder e interés son más complejas de lo que por lo general se cree y no son forzosamente los que ejercen el poder quienes tienen interés en ejercerlo (...) Ocurre que las masas, en el momento del fascismo, desean que algunos ejerzan el poder (...), hasta su muerte, su sacrificio, su masacre, y, sin embargo, ellas desean que ese poder sea ejercido. Este juego del deseo, del poder y del interés todavía es poco conocido."

En otro diálogo, Foucault afirmaría que lo que hace que el poder sea aceptado es que produce cosas, induce placer, forma saber. Lo que nos llevaa sospechar que el antimadridismo puede ser uno de los pilares más importantes de los éxitos del Club; un motor incansable de exigencias y críticas al juego del equipo, a las inexistentes ayudas arbitrales y al favoritismo institucional. El deseo masoquista del antimadridismo es, paradójicamente, una de las refinerías de la Casa Blanca y lo que explica,en parte, la alarmante placidez que se observa en las gradas del Bernabéu.

El tema es trascendental para el futuro del club. Debemos ahondar en esa relación. Ya lo vivimos con el divismo de los últimos años del florentinato, cuando el deseo globalizado invadió a un antimadridismo con la boca abierta. El madridismo necesita mantener el nivel de exigencia de sus enemigos. El día en el que el deseo inconsciente de sus enemigos decaiga, el Madrid empezará su decadencia irreversible.

Es necesario analizar el deseo madridista, pero, sobre todo, el antimadridista. La incipiente talasocracia blanca debe fomentar el respeto capellista en sus enemigos, pero, en no más de diez años, será necesario otro número de divismo sexualizado como el que vivimos con el florentinato beckhamista. Eso exacerbará el deseo del antimadridismo y de un Hughes, lo que asegurará otra década de crecimiento y progreso.

(Artículo publicado por P. en Fans del Madrid)

28/11/08

La ruina del racismo negro de Mugabe

por Javier Monjas

La situación de devastación económica y social es difícil de expresar en palabras -de "crítica" la califica la oposición-, pero en números se puede resumir en una inflación que el pasado mes de julio la propia Oficina de Estadísticas del país cifraba en el 231 millones por ciento -aunque economistas internacionales independientes consideran que es mucho más alta-, con un banco central que puso en circulación billetes de 100.000 millones de dólares zimbabwenses, y con unos índices de paro superiores al 80 por ciento. A una situación a punto de desplomarse en un caos económico no visto desde la prehistoria, una epidemia de cólera ha comenzado a matar a cientos de ciudadanos en una cantidad que, según las fuentes, oscila por el momento entre los más de trescientos y los más de seiscientos.

Nuevo Digital

27/11/08

No soy del PP ni voy a votarle, pero...

"Se me podría, con plenos derechos, decir: si no soy del PP ni voy a votarle, ¿por qué me meto en sus asuntos? Los asuntos del PP me importan un bledo: me importa España, y considero al Gobierno actual una catástrofe para mi país. Busco desesperadamente una oposición capaz de constituir una alternancia, y no la encuentro."

Carlos Semprún Maura

26/11/08

Desconcierto en los Estados Unidos de la transición

por Javier Monjas

Obama ganó la presidencia de Estados Unidos con visionarios discursos sobre el fin de las diferencias raciales y el principio de la América armonizada. Sin embargo, según avanzan los días, algo va quedando claro: Ni nada es lo que parece, ni nada es lo que parecía. Una estremecida tensión va invadiendo unos Estados Unidos que, según el guión, debían estar eufóricos por ‘el fin de la historia’ que representaría el senador negro. Nada más lejos de la realidad. El rencor de amplias capas blancas por la inusitada y triunfante coalición de la ‘América diversa’ -negros, hispanos, musulmanes, asiáticos- que las condena a un triste papel de ‘secundones’ como -ya consumada- minoría mayoritaria del país está comenzando a disparar las agresiones racistas. Miles, quizás millones de personas de la América blanca cristiana tradicional consideran que han perdido a su nación y se dejan caer en un aterrado milenarismo que ya ve en Obama a -literalmente- el Anticristo. Y si los musulmanes tuvieran uno -que lo tienen, aunque con distinto nombre-, en Obama también comenzarían a estar viendo el suyo.

Nuevo Digital

25/11/08

La muerte que no cesa

por Joan Valls

"Siempre que el hombre ha querido hacer del Estado su cielo, lo ha convertido en su infierno". Ojalá esta reflexión de Hölderlin sirviera para explicar la génesis de esta muerte que no cesa porque, al menos, podríamos señalar a los causantes directos y buscar soluciones. Pero cuando los responsables somos la mayoría, lo mejor es ir buscando acomodo bajo una higuera para replanteárselo todo.

A menudo, los que consideran la situación como calamitosa intentan parcelar el desastre. Lo categorizan y lo sitúan en una cronología con altibajos, sin plantearse que quizá no sea más que un Guadiana. El avance decidido de toda la granja hacia la muerte, en el que todo es apariencia y antonimia. Son muchos los que se han preguntado en qué momento se jodió el Perú. Pero no hay momentos, sino acciones segundo a segundo.

Nuestro nacional socialismo arruina todo lo que toca, es cierto, pero no es un cuerpo irracional; está adiestrado y manejado por una potencia extranjera y, sobre todo, tiene un plan, que es la muerte, lo que algunos llaman la cultura de la muerte. Un gigantesco agujero negro que deglute abortos, suicidios asistidos, la concepción del ser humano como un medio y no un fin en sí mismo, la guerra de Afganistán –en la que la muerte se presenta como vida– la promoción del endeudamiento de particulares y del conjunto de la sociedad, los accidentes de la ETA, la reducción de quienes debían oponérseles a la condición de zombies de sí mismos, la jibarización de los partidos que se les unen, la muerte en vida de la prensa... no es casualidad que, mientras los vivos agonizan, se abran las fosas para resucitar a los muertos.

Sí, el mal existe y resultaría pueril negarlo. El mal es un negocio y por ello una necesidad. Pero, sobre todo, es mucho más fácil hacer el mal que el bien. La cultura de la muerte es un negocio fácil con resultados a muy corto plazo; una mentira de flores sin frutos que sala los campos por décadas, incluso siglos. Un gol de Torres ante Alemania saca la rabia de 40 millones de almas, que gritan soy español, y a los pocos segundos nuestros verdugos se maravillan de lo bien que funciona el tubo de escape. La próxima motocicleta se llamará fin negociado de la violencia.
Los héroes y las revoluciones han muerto y la muerte vive. Pero sin catarsis no hay paraíso. Porque cuando la aspiración de un ser humano se reduce a crear su taifa de 65 metros cuadrados comprados a precio de Manhattan, el resultado es España. Y lo lograremos: al final los mejores se irán para siempre al exilio interior o sucumbirán en una lucha estéril. Todavía se me pone la piel de gallina cuando releo este comentario de The Flash en el blog de Federico Jiménez Losantos. Por eso, como con el metafórico Real Madrid de los cien veces desastrosos Calderón y socios compromisarios, sólo puedo aferrarme al deseo de un deterioro veloz, con la remota esperanza de que se inicie la catarsis y nos ahorre la escena final de Charlton Heston en El planeta de los simios.

Qué pena de pena. La mayoría de los españoles parece estar dispuesta a financiar a los bancos sin rechistar para que, a su vez, financien los deseos de una dictadura euroasiática (o de otra potencia mucho más cercana a la que se le daría lo que pidiera) de hacerse con nuestros recursos energéticos. Muy bien. "Ya está puesta el hacha a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no produce buen fruto es cortado y arrojado al fuego".

Artículo publicado en Libertad Digital

24/11/08

Un riesgo para la libertad

por Ignacio Moncada

Las crisis económicas conllevan enormes peligros políticos. Como para los gobernantes la mayor acusación es el “ustedes no han hecho nada”, sienten la desesperada necesidad de hacer algo; o al menos, de aparentarlo. Con una ciudadanía poco interesada en contenidos, sino en gestos, el “hacer algo” se convierte en una realidad instrumental, en un artilugio electoral que parece redimir a los gobernantes de meter la pata hasta el fondo. Es mejor, por tanto, correr en dirección contraria, cometer enormes errores, que quedarse quieto y no hacer nada.

A los políticos, como a todo el mundo, les apasiona barrer hacia casa. En este mundo no hay nadie libre de intereses. La diferencia es que ellos son los que gozan del poder. No es de extrañar entonces que la solución a todos los problemas, para ellos, pase por un mayor poder para ellos mismos. Lo curioso es la alegría con la que la gente lo asume, y lo acepta sin rechistar. Ya explicó Hayek cómo el totalitarismo nace de planteamientos agradables al oído, en apariencia salvíficos, y muy loables sobre el papel. El problema radica en que cuando la ciudadanía delega en sus gobernantes la capacidad de solucionar problemas, llega un momento en el que se queda con un estrecho margen de actuación, es decir, con una libertad muy mermada, mientras los gobernantes han acumulado gran cantidad de poder.

Después de la crisis del 29, y después de la Depresión que la siguió, se alzaron los movimientos totalitarios en Europa como garantes de la solución de los problemas; como garantes de la pureza de la nación, o de la prosperidad de los pobres, que en aquella época eran muchos. Por supuesto, el comunismo amaba tanto a los pobres que convirtió todo lo que gobernó en miseria; en pobres. El nazismo, que no es sino una combinación explosiva entre el socialismo y el nacionalismo, puso en práctica un esclavismo del que no se buscaba que el esclavo creara riqueza para los demás, como en el Antiguo Egipto, sino simplemente que no la tuviera. En España tuvimos una dictadura poco creativa, un simple nacionalismo antiliberal, cuya única idea económica fue una autarquía mal copiada, que es la máxima expresión de proteccionismo. Los movimientos salvadores de la pobreza y de la nación al final sirvieron para expoliar y matar por tener ideas propias. Se le extirpó a la sociedad la libertad entre mensajes garantistas de la prosperidad, y al final no se tuvo ni libertad ni prosperidad; fue una garantía para permanecer en la pobreza y la miseria hasta la expulsión o muerte del tirano de turno.

Tengamos cuidado. Una sociedad sólo puede ser sana si sus ciudadanos tratan de resolver sus problemas son valor y con audacia, y no si su empeño es dejar que los demás se los resuelvan. Cada persona debe luchar por su prosperidad, y no esperar que sean los políticos, el Estado, el que lo haga. Primero, porque no puede; segundo, porque no podemos poner ninguna excusa para evitar el esfuerzo y el trabajo; y en tercer lugar, porque debemos defender cada resquicio de nuestra libertad. Y delegándola, la perdemos.

Dijo Karl Popper, teórico de la sociedad abierta —que es la basada en la libertad—, que el hecho de que la libertad fuera el medio de vida más próspero no era más que una simple coincidencia. Evidentemente no lo era, pero el fondo de su mensaje era que por lo que había que luchar no era realmente por la prosperidad, sino por la libertad. Si el esclavista fuera el medio de vida más próspero, deberíamos oponernos a él por ser una negación a la libertad de los ciudadanos.

En estos tiempos en los que se avecinan problemas económicos, y malestar social, no tendremos ante nosotros una disyuntiva tan clara en este aspecto, pero sí pequeños cantos de sirena políticos que nos ofrecen un mundo sin dificultades. No caigamos en la dejación de renunciar a solucionar nuestros problemas por nosotros mismos, dejando que sea la casta en el poder quien lo haga. No sólo porque no lo logrará. Sino porque aunque lo consiguiera, supondría un enorme riesgo para nuestra libertad, y eso es lo primero por lo que debemos luchar.

22/11/08

Todo lo demás es fantasía

"Si sale, sale. Si no sale, hay que volver a empezar. Todo lo demás esfantasía." Palabras que resumen la historia del Real Madrid y que jamás han sido pronunciadas por Pérez de Rozas. Verbo hecho carne antes del nacimiento de don Santiago Bernabéu.

Todo lo demás es fantasía. El lamento, el victimismo y el suicidio a cámara más o menos lenta quedan para los que acostumbran a comer las sobras del banquete blanco. Vargas Llosa se preguntó una vez cuándo se jodió el Perú. No importa demasiado, maestro. Si se jodió, sólo queda volver a empezar.

La prensa, ruin y despreciable en su génesis y en su ocaso ya visible, siempre ha gozado, no obstante, de buen olfato carroñero. Sabe que la otra España es un país de envidiosos y perdedores; gentes sin espíritu, chupadores de chicles masticados por desconocidos. A ellos se dirige el antimadridismo discursivo. Porque la prensa está para servir a esa fantasía que es todo lo demás. La fantasía de quienes sufren con esa virtud ajena que se convierte en un espejo de las propias miserias y carencias. El espíritu ganador del Real Madrid, y no sus trofeos, es lo que genera antimadridismo, que no es más que desprecio por lo que uno es.

Hace diez años, habría expuesto la necesidad de acompañar la necesaria talasocracia madridista con la figura de un periodista de masas a las órdenes del Club. Pero las cosas han cambiado. La publicidad, que es la que verdaderamente decide el contenido de los medios, dispone ya de herramientas digitales para dirigirse a nichos de mercado cada vez más específicos. La prensa despreciable tiene los días contados. Sobre el acordeón oxidado de Manolete bailarán en un futuro no lejano medios de éxito como Fans del Madrid y otras fórmulas que todavía están por inventarse.

Manet es un genio porque ilustró con esas palabras el espíritu ganador y porque inventó la modernidad con la simple expresión de una Olimpia que nos mira a la cara, al fin, con desafío. Así es el Madrid. Si no sale, vuelve a empezar. La fantasía, en su sentido etimológico, se queda fuera del Bernabéu.

(Artículo publicado por P. en Fans del Madrid)

21/11/08

La ruta emocional

Publicado por The Flash en el blog de Federico Jiménez Losantos:

Pues te explico la ruta emocional…primero te sientes liberado, como si hubieras abierto una ventana y el aire fresco inundarse la otrora asfixiante habitación, parece que respiras por primer vez en mucho tiempo…hay que reconocer que se disfruta al sentir que la mente se expande rescatada del martilleo insufrible de la doctrina omnipresente del nazi catalanismo que va desapareciendo como un lejano eco…pasa el tiempo y empiezas a echar de menos a los tuyos, pues no te basta con verlos de pascuas a ramos…luego, empiezas a darte cuenta que en la bulliciosa Madrid están instalados los poderes aliados de quienes allí aplastan los derechos civiles y razón por la que escapaste…aquí ya empiezas a encabronarte y sentirte algo incomodo y la ‘sociedad abierta’ madrileña te empieza a parecer una sociedad autista y despreocupada, es decir, ya no te parece el paradigma de sociedad liberal sino más bien la sociedad responsable en alguna medida por su desdén o sus complejos, de lo malo que allí se cuece…ese día recuerdas que hubo una sociedad civil en Cataluña y que algo extraño pasó que terminó liquidada o clandestina, y no fue por aquellos gnomos nazionalistas primigenios, que eran cuatro gatos…entonces empiezas a comprender que ‘Madrit’ ha sido una variable necesaria, ineludible incluso, para que la ecuación resulte en el putiferio hediondo que es hoy…y ya se te cambia el carácter…disfrutas de esa sociedad que no abruma con el nazionalismo, sí, pero tampoco la sientes como la tuya y aun incluso sientes cierto recelo…llegados a este punto, empiezas a ver con cierta nostalgia y un gran respeto a todos los que allí aguantan y pelean, con el añadido de entender que desde la retaguardia no llegan víveres y de llegar algo es un tiro por la espalda de algún simpático merluzo del tipo Rajoy o comemierda equivalente…y ese día querida ANANEWYO, a pesar de todas las dificultades, empiezas a soñar con volver para estar codo a codo con los tuyos…

20/11/08

Otra vez Repsol

Lo publica El Confidencial:

Lukoil negocia la compra del 29% de Repsol

Lukoil, la segunda petrolera rusa por detrás de Gazprom, se encuentra en negociaciones con accionistas representativos de, al menos, el 30% del capital de Repsol, según adelantó Radio Nacional de España (RNE). Cotizalia se ha puesto en contacto con portavoces de Criteria CaixaCorp, Repsol y fuentes ministeriales, que declinaron realizar comentarios sobre esta posibilidad "hasta que madure", dijo una de ellas. Sin embargo, fuentes próximas al entorno de los accionistas confirmaron la operación a El Confidencial. Otras señalaron que la presencia en la petrolera es a largo plazo, por parte de todos, "aunque todo dependerá del precio del que estemos hablando", dijo la fuente.

19/11/08

Estados Unidos medita negociar con los talibán

por Javier Monjas

Hay quien ha comenzado a pedir la retirada del uniforme a las niñas que van al colegio. En Afganistán, hay dos clases de uniformados con alto riesgo de convertirse en objetivo de la brutalidad islamista de los talibanes: los soldados -afganos y no afganos-, y las niñas y chicas adolescentes que desafían el terror de los ‘estudiantes’ del islam para acudir a los colegios e institutos reabiertos tras la invasión de las fuerzas aliadas. Los líderes talibanes han desmentido que ellos ordenaran el ataque con ácido contra varias estudiantes que se dirigían a su instituto. Pero gobierno afgano, ocupantes aliados y hasta la cadena de televisión Al Jazeera coinciden en apuntar con el dedo a los mismos responsables, los mismos que, a base de carnicerías, están consiguiendo que incluso los Estados Unidos rumíen la posibilidad de comenzar a “negociar” con ellos.

Nuevo Digital

18/11/08

RIP Alianza de Civilizaciones

por Joan Valls

A las ocho de la mañana del 9 de noviembre de 2008, la ministra de Defensa, Carmen Chacón, rindió homenaje en la base afgana de Herat al cabo primero Rubén Alonso Ríos y al brigada Juan Andrés Suárez, fallecidos en un atentado suicida. Chacón también tuvo palabras muy emotivas para la Alianza de Civilizaciones (AC, por sus siglas en español), de la que se despidió para siempre con un mensaje que habría firmado el mismísimo Bush: "Estamos en Afganistán porque quienes han arrancado la vida de nuestros compañeros no sólo amenazan al pueblo afgano, amenazan la libertad y amenazan la seguridad de todos, también de nuestras familias, también de las familias españolas".

Hace algo más de un mes, en esta misma columna, se pronosticó que, en caso de triunfo demócrata, el discurso socialista podría al fin presentar el conflicto de Afganistán como lo que es: una guerra que, en opinión del general Dan McNeill, precisará de 400.000 hombres para pacificar el país. De hecho, Chacón ya clama por que el Congreso autorice un aumento del número máximo de tropas españolas en el extranjero, con el fin de combatir a los temibles piratas somalíes y sus armas de destrucción masiva. Incluso han sacado a desfilar a Moratinos para que asegure que España no aportará más tropas a la guerra de Afganistán y distraiga unos días a las turbas del no a la guerra, a las que se les irá entregando el culebrón del pacifismo bélico con dosis controladas. Pero el certificado de defunción de la AC, por si algún día lo solicita Garzón, es público: luchamos en Afganistán por nuestras familias. A eso lo habría llamado hace un año discurso neocon el amigo Pepinho.

A pesar de que el conferenciante Aznar también se haya unido a los funerales de la AC y no haya tenido problemas enabogar por una "Alianza de los Civilizados" porque "la civilización es una", es Rodríguez quien lo ha certificado con su visita a Washington. Allí, tras entregarle solemnemente a Sarkozy los restos de la colonia a cambio de un taburete, ha dejado claro ante sus amos que España ya está de vuelta en las Azores, aunque de la mano de su metrópolis. Se cierra, así, un proceso que se inició hace cuatro años y ocho meses. Malos tiempos, sin duda, para los nacionalismos vasco y catalán y todavía peores para los consorcios que soñaban con construir centrales nucleares en España.

Muerta la grotesca AC y con una renovada "alianza de civilizados" en el dedo obamita, con la siempre nefasta Francia tratando de coliderar lo que de ninguna manera le corresponde, la pregunta que surge ahora es: ¿están seguras las cabezas nucleares de Pakistán? La respuesta la conoceremos, lamentablemente, en el número de ataúdes que nos van a ir llegando.

Artículo publicado en Libertad Digital

17/11/08

La Cumbre y el valle

por Ignacio Moncada


Al final fue Zapatero a la Cumbre, a Washington, donde los gobernantes de los países representativos del mundo, tanto por riqueza como por población, se reunían con la grave crisis económica y financiera por motivo. En un principio no fue invitado, pero Zapatero puso en marcha un gran despliegue diplomático y político para arrastrarse por distintos países, desde China a Brasil, hasta que Sarkozy, como si fuera una dádiva, le prestó una de las sillas que le sobraban.

Lo que algunos han llamado la «sarkosilla», que no era sino un pase de reventa, al final ha devenido en sofá, donde se ha instalado junto a España el presidente de Holanda y, en calidad de asesor, el representante checo. Siguiendo con la idea de Joan Valls, la habilidad de Francia para crear colonias sólo se puede ver superada por la capacidad de España para morder anzuelos. El presidente Zapatero, que cuando ve un flash se tira en plancha para salir en la foto, y vende como éxito una instantánea en la ha salido tumbado, con pose de alfombra, ha extendido al presidente francés un cheque en blanco a cambio de sus favores. Parece haber olvidado el dolor de cabeza, y lo trágico, que fue aquel cheque en blanco en forma de estatuto que dio a Maragall a rellenar, con el aprobado garantizado fuera cual fuera el contenido.

Ahora bien, debo admitir que esperaba que Zapatero hiciera el ridículo ante los presidentes de las potencias mundiales, y no fue para tanto. Cuando leí el papel que le había preparado su partido, no sabemos si Caldera o Blanco, temí lo peor. Tamaña condensación de tópicos, lugares comunes e improperios no sabía que fuera posible, y menos sabiendo que cada país, incluidos los inquilinos del «sarkofá», sólo tenían siete minutos para hablar, esto es, para vender humo.

Zapatero rechazó la ponzoña de Pepiño y de Caldera —ese que fue apartado del gobierno para dedicarse en exclusiva «a pensar»—, y recurrió a su clásico discurso, que consiste en ir alternando ideas razonables con párrafos contradictorios. A veces hay más contradicciones que ideas, y otras, simple y llana demagogia. Pero hay que admitir que en esta última semana Zapatero parecía casi un líder serio al lado de Rajoy, que estuvo en la Ser encadenando estupideces.

Yo, que a veces he defendido a Rajoy a contracorriente, perdonando su nuevo utilitarismo electoral —que nadie eche las campanas al vuelo, que me temo que pronto reincidiré en mi voluntad suicida—, no pude sino sonrojarme al oírle presentarse como el caballero salvador de los trabajadores, a lomos de la demagogia. Se mostró orgulloso de esa fábrica de parados que es nuestro mercado laboral, rígido como una tabla, sólo por evitar ser culpado de flexibilizar el despido; luego se confesó defensor de los que se ganan la vida dignamente, «y no como los jetas y especuladores», como si los partidos políticos fueran sinónimo de pureza; como si no tuviera dispersos por todo el territorio nacional concejales de urbanismo sin arrepentir, o mangantes de toda calaña.

Después de esto, como decía, el sólo hecho de que Zapatero rechazara el papel de Blanco y Caldera, y se decantase por aparentar combatir el proteccionismo y fomentar el libre mercado —cosa tan loable como poco creíble saliendo de sus labios—, aunque sólo fuera por plegarse al discurso mayoritario en la Cumbre, y pasar afortunadamente desapercibido, le convierte casi en un estadista. Aunque, por supuesto, no fuera más que un humo más denso que el de costumbre, porque desde que despertó de su euforia postelectoral y descubrió que lo de la crisis no era un invento del PP, no ha hecho más que meter mano en los mercados y mostrar flecos proteccionistas. Sí, esos flecos a los que se agarra ahora Rajoy para tratar de trepar al poder, compitiendo hasta tal punto en populismo con el mismísimo inquilino del «sarkofá» que a veces tengo la impresión de que puede hasta ganar unas elecciones.

En fin, que Zapatero se vuelve de una Cumbre en la que los líderes se comprometen a acometer unas reformas que aún no han pensado, donde han condenado el proteccionismo mientras se dirigen a él, y nosotros aquí en nuestro valle, viendo venir lo que se nos viene encima.

14/11/08

Por una doctrina Mahan

Sí, tenemos la obligación de reírnos de los mequetrefes que pueblan el césped, los palcos y las cabinas de nuestros estadios, pero, terminadas las carcajadas, debemos asumir que el fútbol no es más que la guerra de los pobres o de los cobardes; una lucha estirada, distorsionada, como una figura de El Greco; una batalla de muertos que resucitan a todas horas. El fútbol es el terrorismo de los parias.

Los señores de la guerra, en cambio, diseñan la técnica y el armamento con veinte años de antelación. La NASA y el Pentágono trabajan en escenarios de 2030, a partir de hipótesis sobre el tipo de enemigo contra el que deberán luchar. Si el Madrid (quizá vaya siendo hora de llamarlo Real, tal como se lo conoce en todo el mundo civilizado) quiere seguir siendo señor y no paria terrorista o triste colonia, debe empezar a plantearse un cambio importante. Es la diferencia entre accionar y reaccionar. Por un lado, debe recuperar el espíritu que nos legó don Santiago Bernabéu para todas las facetas del madridismo, y, por otro, plantear las decisiones a partir del trabajo en escenarios situados, al menos, en una década posterior.

En 1890, el almirante estadounidense Alfred T. Mahan publicó The influence of sea power upon History. Este libro tuvo una influencia decisiva en Theodore Roosevelt. Panamá, Puerto Rico, Cuba, Filipinas y Hawai caerían, muy poco tiempo después, en la esfera de influencia norteamericana, como paso previo a la extensión de una talasocracia bien avenida con el debilitado imperio británico.

El Madrid necesita urgentemente su doctrina Mahan sobre la que cimentar una talasocracia para las próximas tres décadas. La doctrina Mahan futbolística implicaría, en un primer estadio, la acumulación de capital, que permitiría financiar, a medio plazo, la adquisición de plazas fuertes en el extranjero.

Todo ello nos obliga a repensar el papel de los socios, que han demostrado en sucesivas elecciones su manifiesta incapacidad para elegir con sensatez a los dirigentes. Por ello, la solución ideal de gobierno en esta primera fase talasocrática sería la aristocracia, en el sentido platónico y aristotélico; es decir, gobierno de los mejores.

Treinta títulos de Liga en un país cuyo máximo rival es un Barcelona y nueve copas de Europa no garantizan por sí solas la supremacía del Real Madrid en el futuro. El futuro se escribe en el pasado, y el pasado, por desgracia, es Calderón.

(Artículo publicado por P. en Fans del Madrid)

Por nosotros está

Del Evangelio según San Lucas:

"Entonces, tomando la palabra Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros.

Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no está contra vosotros, está de vuestra parte."

13/11/08

Voto de la comunidad musulmana en Estados Unidos: Obama, 90%; McCain, 2%

por Javier Monjas

Los musulmanes estadounidenses se volcaron en masa por Obama, al menos, en la masa derivada de constituir, como mucho, el 1 por ciento de la población del país. Con un 90 por ciento de los votos hacia el ya presidente electo, los fieles islámicos -que acudieron a las urnas en mayor proporción que nunca- superaron ampliamente en el apoyo demócrata a otras minorías mucho más mayoritarias que ellos. Por ejemplo, la de los hispanos, con un 63 por ciento del voto hacia Obama, en un reparto de los sufragios mucho más extendido y coherente con un rango de intereses que supera con amplitud el de los meros asuntos inmigratorios (ND). Pero, además, la 'coalición' de minorías fue la que llevó a Obama al triunfo, por delante de la ya minoría mayoritaria de los blancos que, según los estudios post-electorales, no pudo resistir la ofensiva unida de la "América diversa".

Nuevo Digital

12/11/08

¿Tan colonia somos?

por Joan Valls



¿Existe mejor jugada que situar un espejo entre uno mismo y su contrincante? Si éste es tan lerdo como enzarzarse a puñetazos con su reflejo, el trabajo de destrucción ya estará hecho. Ésa es la imagen que España parece empeñada en dar al mundo: un boxeador sin guantes que se desangra los puños contra un espejo, mientras el contrincante le machaca el hígado y la espalda cómodamente por detrás.


En la historia, más vieja que el mundo, del colonialismo no se recuerda un caso parecido de estulticia generalizada como el de España. Su vocación por ser subyugada y jibarizada no conoce límites y, lejos de amainar, se esfuerza por llegar al objetivo final, que es la desaparición física. Nuestra evidente condición de neocolonia no genera debates; ni tan siquiera ansiedades. Hacemos como que vivimos en una comunidad de naciones europeas que se tratan en igualdad de condiciones, pero no somos más que lo que nos dejan avanzar y, lo que es todavía más desalentador, lo que en los últimos siglos nos permitimos ser.


Basta el ejemplo de nuestra dependencia energética de Francia, que no es más que una imposición, camuflada en la suicida moratoria nuclear, de la metrópolis. O en el timo terrorismo separatista de la ETA y su santuario prolongado durante cuatro décadas, que es otra forma de desgastar a la colonia. O en la pinza norteafricana. O en el proceso de atomización social iniciado hace menos de una década. Y lo peor es que, como en el comunismo del gulag, en el que el héroe es el que mata por sus ideas –no el que muere por ellas– en España, cuando se mueve ficha, es para aniquilar a quien piensa y cuestiona.


Por desgracia, sin un espíritu crítico en la intelectualidad, nuestra sociedad no puede aspirar a nada y, menos todavía, a iniciar un proceso de liberación nacional. Qué envidia siente uno de otras sociedades, en las que, con todos sus defectos, el fuenteovejunismo es la excepción:

En la Françafrique hay una inversión permanente de lo que nos dicen. En el lado que emerge del iceberg, tenemos la Francia regida por sus principios, y en su parte oculta, un mundo sin leyes, de desvíos financieros, criminalidad política, policías que torturan o –lo veremos ahora mismo– de apoyos a guerras civiles. Es esta la realidad. O como mínimo un 90% de la realidad. Esta Françafrique, que todavía hoy dura, comporta gravísimas consecuencias tanto a nivel económico como político.


Estas palabras corresponden a François-Xavier Verschave, quien, en una conferencia dictada en Aubervilliers (Francia) el 3 de noviembre de 2003, intentó explicar así su concepto de la Françafrique. Verschave falleció en 2005. Una lástima. Si viviera, habría que preguntarle en qué orilla del estrecho de Gibraltar sitúa la Françafrique.

11/11/08

La España socialista rechaza el cambio

por Ignacio Moncada

La sociedad española se cree progresista, pero es en general tan conservadora que dice perseguir el cambio que hace casi un siglo se demostró retrógrado. Desde esa arrogancia característica de quien se sabe equivocado solemos dedicarnos a dar lecciones de lo que no sabemos; pecamos de perros ladradores, pero no tenemos mordida.

Porque ser conservador o progresista, esa etiqueta tan de moda ahora como lo estaba en el siglo XIX, no es de por sí ni bueno ni malo, digo yo. Dependerá de qué se trate. Las tradiciones buenas habrá que mantenerlas, y las malas cambiarlas. Y el cambio sólo es bueno si trae libertad, paz o justicia, o si nos permite ser mejores; pero será nefasto si es una ocurrencia, o si eleva el paro o empobrece a la sociedad. Lo importante es tener siempre la intención de ser mejores, y eso está aún ausente en España. Aunque vayamos dando lecciones por el mundo.

Hemos visto a América reinventarse a sí misma, resurgiendo de sus cenizas porque se sabía aturdida. La sociedad norteamericana no sabe si el cambio al que se dirige dará sus frutos, e incluso ignora la letra pequeña del contrato. Pero es una nación que cuando se ve acorralada por sus enemigos, con su imagen internacional difuminada, y sus valores puestos en entredicho, decide sacudirse a sí misma para volver a ser la primera potencia moral del mundo.

Aquí, en esta vieja tierra llena de cicatrices, gobernada por el qué dirán, y donde se hace campaña por grupos de presión y sectores sociales, hemos apoyado mayoritariamente un cambio arriesgado fuera de nuestras fronteras. Hemos expresado que votaríamos a Obama si fuéramos ciudadanos estadounidenses, y cuando nos preguntaban decíamos que “traía el cambio”, y que “era el momento de la esperanza”.

En España los políticos, y por extensión todos nosotros, estamos obsesionados con la palabra “cambio”. Es un eslogan muy bueno. Pero a la hora de la verdad, esta sociedad socialista que se cree progresista rechaza todo cambio importante, evita todo riesgo, y prefiere que las cosas sigan igual que siempre.

En el último congreso del partido mayoritario español, el socialista, el lema fue “La Fuerza del Cambio”. Llevaban cuatro años gobernando, y el objetivo del congreso era reelegir al mismo secretario general de los últimos ocho años. Pero vendían cambio. Creen que con hacer algún gesto sin repercusión real, o con consecuencias minoritarias, han cambiado el mundo. Y es que el único cambio que pretenden, en realidad, es adecuar todos los resortes del poder para permanecer el máximo tiempo posible: dirigentes de cajas, control de televisiones, nombramientos de jueces o subvenciones de propagandistas amigos. Porque a la hora de la verdad, cuando hay que acometer los cambios necesarios, se echan para atrás, y ponen a funcionar a toda su artillería propagandística para evitarlo.

Este país necesita poner en marcha un gran plan de cambio; uno profundo y valiente. Hay que ir acabando con esa manía estatal de controlar la vida de los ciudadanos, y darles más libertad, y por tanto, más responsabilidad. Esa excusa de que la gente es tonta, irresponsable y perezosa es un artilugio electoral. La gente es vaga cuando se le quita toda responsabilidad, pero si se hace a la sociedad, a su bienestar y su riqueza, depender de sus hechos y su esfuerzo, podemos estar seguros de que darán lo mejor de sí mismos; y que viviremos mucho mejor de lo que podemos imaginar en manos de una camarilla de burócratas.

Puede que en EE.UU. hayan cometido un error, o puede que no. El tiempo lo dirá. Pero han corrido un riesgo. Han hecho una apuesta porque creían que necesitaban el cambio. Y si falla, intentarán otro.

En España necesitamos muchos cambios, pero no hay quien quiera correr el riesgo. Nos quedamos en el gesto, en el lema, y en el humo, y ya nos creemos los padres del cambio. Hay que dejar de discutir sobre qué competencias se lleva cada político, y comenzar a reclamar competencias para los ciudadanos. No deben de ser los gobernantes los que lo hagan, sino nosotros desde nuestras pequeñas tribunas, desde la calle, aunque nuestra voz parezca al principio inaudible.

Dirán que me he vuelto loco de repente, y puede que tengan razón. Pero debo aprovechar el tirón de la juventud para decir estupideces, que si no luego no tendré de qué arrepentirme.

9/11/08

El gobierno de Brown confirma la validez de las sentencias de los tribunales islámicos en el Reino Unido

por Javier Monjas

Los tribunales religiosos islámicos en el Reino Unido podrán sentenciar por su cuenta y sin ningún tipo de vigilancia civil en casos de disputas matrimoniales entre musulmanes. Sólo en el caso de que alguna de las partes se mostrara disconforme con el dictamen, el descontento podría acudir a un tribunal 'general'. O, más bien, la descontenta, dado cómo legitima la ley islámica la sumisión de la mujer al hombre. De hecho, la propia High Court británica, tribunal de mayor rango del país, acaba de calificar a la sharia como un sistema “arbitrario y discriminatorio” en un caso donde la violenta brutalidad del marido y la marginación de la mujer en la custodia del hijo común se mezclaron siempre a favor del hombre. Hasta que, 'in extremis', prevaleció la ley civil británica. Sin embargo, no sólo los musulmanes tendrán sus propios ‘tribunales’ y su propio ‘sistema legal’, sino que gozarán de un funcionamiento autónomo que muchos -desde todos los sectores ideológicos- ven como la antesala de un extremadamente peligroso oscurantismo donde, lejos de las miradas del sistema democrático, la ley islámica juzgará y decidirá en el Reino Unido.

Nuevo Digital

8/11/08

Estética y voto: Manolo Chaves

por Vicente de Vicente

Diversos oficios en los que veo muy puesto a Chaves:

- Entrenador del Coria C.F o de la Balompédica Linense. Con un look parecido a Manolito Cardo, el mejor “estrenador”, como dicen por aquellos pagos, que el fútbol andaluz ha dado.
- Maletero en la Estación Marítima de Algeciras. Uniformado con su bata gris y su gorrita numerada. La gorrita de color azul, of course.
- Palmero de Chiquito de la Calzada cuando éste recorría las tierras del sol naciente alegrando la vida a los nipones.
- Camarero de bar con su tiza en la oreja para ir apuntando en el mostrador las ronda de los clientes. Un copa de fino, una raya.
- Varilla en Sevilla guiando el aparcamiento de vehículos con arte; eso sí, con “musho” arte. Eso eso, eso, despacio, despacio, ondé vaaa. Paraaaaaaa.
- Picador en la Maestranza. Con el castoreño bien encasquetado y el barboquejo enlazado bajo su barbilla. Aguantando carros y carretas, pero picando a destajo cuando el matador lo ordene.
- Extra en una película de Curro Jiménez. De bandolero que roba a los ricos para dárselo a los descamisados. Faltaría más.

Desde aquí pido que todo lector que lo desee vaya sumando posibles empleos por si el hombre se anima y deja el cargo. Pero, seamos serios, un señor que dice en un acto aquello de “traviesas polivalentes que piensan en doble fila” no puede ser votado como presidente de la Junta de Andalucía.

7/11/08

Nuestro Etna

por Joan Valls

En el siglo quinto antes de Cristo, el filósofo y médico Empédocles se suicidaba en la colonia griega de Agrigento. Veintitrés siglos más tarde, Friedrich Hölderlin lo rescataba del olvido con una tragedia inconclusa a la que tituló La muerte de Empédocles.

Memorables son algunas intervenciones del propio Empédocles y de su seguidor Pausanias. Palabras con carga de profundidad con las que los españoles deberíamos reflexionar durante horas junto al fuego. Quizá, uno de los momentos cumbre de la obra se produce cuando un grupo de ciudadanos reprende al filósofo:

Segundo ciudadano: Sé nuestro Numa. Hace mucho que pensamos que deberías ser nuestro rey. ¡Oh, acepta! Soy el primero en saludarte, y todos lo quieren. Empédocles: Ya no es éste tiempo de reyes.

Primer ciudadano: Incomprensible es la sentencia que has pronunciado,Empédocles.

Empédocles: ¿Acaso el águila guarda indefinidamente en el nido a sus polluelos? Mientras son ciegos, los cuida, y dormitan dulcemente entre sus alas en el alba de su vida, aún implumes. Pero apenas han visto la luz del sol y se han fortalecido sus alas, los arroja de la cuna, para que alcen el vuelo por sí mismos. Avergonzaos por querer aún un rey; sois demasiado mayores; en tiempos de vuestros padres habría sido diferente. Es imposible ayudaros si vosotros mismos no os ayudáis.

Y Empédocles, que perdió el favor de los dioses por ofrecer más de lo que debía a los hombres, se arrojó a las llamas del Etna. Y de poco le sirvió advertir que nada se concede graciosamente a los mortales; que la nobleza tortura al bellaco más que el hambre y la sed; que muchas veces, como noble simiente, duerme el corazón de los mortales en cáscara seca, hasta que llega su hora. Ni tampoco que Pausanias clamara que, cuando un pueblo ha de morir, las furias envían a uno para que, embaucando por doquier, haga convictos de un delito a los hombres que rebosan vida; o que el que es infinito todo lo recibe infinitamente.

Se desvanecía así otra aspiración de llevar la democracia o el fuego a quienes no estaban preparados para recibirlo. Los dioses castigaron el comportamiento prometeico del filósofo, mientras los ciudadanos de Agrigento sólo fueron capaces de ofrecerle una corona. Surge entonces el Empédocles más profundo:

Pausanias: A la muerte la conozco poco, pues poco he pensado en ella.

Empédocles: Estar solo y sin dioses, es la muerte.

Hölderlin pasó los últimos cuarenta años de su vida sumido en la locura. Su Etna fueron los paseos a merced de las burlas de los niños, los versos a Diotima y las largas veladas al piano desvencijado. Un carpintero, de nombre Zimmer, lo acogió en su casa todo ese tiempo. “No pudo decir a nadie qué le faltaba. A decir verdad, no le falta nada. Lo que tiene de más, eso es lo que lo ha vuelto loco”, explicó en una ocasión Zimmer.

También las grandes civilizaciones tienen sus Etnas. “Lo que tienen de más” es lo que las exprime. España llevó la palabra de Dios al resto del mundo y, durante siglos, no se guardó nada para sí misma. Las venas abiertas de Latinoamérica, que diría Eduardo Galeano, no se desangraron en estas tierras de miseria, sino en el norte de Europa. Ése fue el pago a quien libró a Occidente del Islam tras ocho siglos de lucha. Nuestro Etna es el complejo por haber perdido un Imperio de mestizaje que construimos para Dios, incapaces de asumir el éxito de nuestra empresa. Siglos más tarde, José Maria Aznar trataría de sacar a España del brasero. Dispuso de ocho años para revertir el peso de casi trece siglos. Los ciudadanos le ofrecieron una corona, pero él regresó poco después al Etna entre pedradas y a nosotros se nos hubo de helar el corazón.

Los españoles, en cierto modo, aprendimos la lección de la historia. “Tener de más” sólo lleva a la locura. La mediocridad y el resentimiento son un seguro perfecto para no afrontar desafíos y así llegar vivos a esa muerte a la que no se trasciende. Quien porta el fuego, se acaba quemando. Dios es una vida vivida, dice un lector de esta columna. Y por vivir, le confiesa otro.

Estar solo y sin dioses, es la muerte.

5/11/08

Elecciones en EE.UU. (y V). Barack Obama, el nuevo Presidente

por Ignacio Moncada

Estados Unidos ha salido a votar, y ha elegido como Presidente a Barack Obama. Ha sido una jornada histórica, con una participación récord, en la que han hecho cola para votar ciudadanos de todos los lugares, de todas las razas y de todas las condiciones sociales. Se palpaba en el ambiente que no eran unas elecciones cualesquiera, sino que había en juego algo importante. Por un estrecho margen, Obama se ha proclamado vencedor postulándose como el candidato del “cambio”, y los americanos le han otorgado la confianza sintiendo mayoritariamente que necesitaban ese cambio.

El nuevo Presidente tiene un gran reto sobre la mesa. Va a heredar una situación económica muy complicada, con una grave crisis financiera, una enorme deuda pendiente, y con dos guerras abiertas. América ha elegido a Obama evitando la comodidad se no tomar riesgos para salir de la desilusión y la apatía en la que el pueblo americano estaba sumido. El nuevo Presidente ofrecía cambio, pero no ha dado un alto nivel de detalle sobre en qué dirección iba a dirigirse ese cambio. Será el tiempo el que evalúe si la dirección que escoge Obama es la correcta.

Ahora Obama tendrá que tomar importantes decisiones. Desde el poco margen que deja el sistema político estadounidense, tanto en economía como en las relaciones internacionales, tendrá que optar entre cumplir con la tendencia que dejó ver en la campaña, sobre todo en las primarias, sobre la aplicación de unas mayores restricciones a la economía, más impuestos y sobre todo más proteccionismo, o se verá obligado a gestionar la crisis con medidas liberalizadoras para impulsar la actividad económica.

Desde España puede que muchos se lleven la sorpresa de que Obama no es un socialista a la europea. Él ha mostrado un perfil más diplomático y ha apostado por el multilateralismo, pero el Presidente de EE.UU. seguirá siendo el Presidente de EE.UU. Es posible que intensifique la actividad militar en Afganistán, y tal vez intervenga en Paquistán, ahora que la intensidad de la misión en Irak ha ido remitiendo. Y es posible que venga a España y a Europa a pedir no sólo más tropas para Afganistán, sino una mayor implicación en combate. No debería sorprender a quien ha seguido su compaña no sólo en su vertiente simbólica, como la mayor parte de la prensa española, sino también en sus propuestas e ideas.

No hay que olvidar, y América nunca lo olvidará, el papel que ha jugado John McCain, un muy digno candidato que ha dado toda una lección de alta política en su discurso de derrota: “Pido a los que me habéis votado que os unáis a mí, no sólo para felicitar a Barack Obama, sino para ofrecer a nuestro nuevo Presidente todo nuestro apoyo y nuestra ayuda para lograr un país mejor que el que recibimos”. Si había un republicano capaz de despojarse de la sombra de Bush, ese era McCain, y su entereza política y moral le convierte en un gran ejemplo para los españoles y europeos, ciegos de cainismo político.

Finalmente, estas elecciones han demostrado que esa América racista y retrógrada que se aireaba desde los medios europeos no existe; no es sino una proyección nuestra que para demostrarla teníamos que recurrir a ejemplo de los años 60. Si algo podría haber echado atrás a los votantes americanos no era el color de la piel de Obama, sino su inexperiencia y el riesgo que supone elevar a Presidente a un político que aún no se ha definido con acciones, sino sólo con palabras.

Estados Unidos ha vuelto a demostrar que sigue siendo ese país de oportunidades, donde cualquiera puede llegar tan alto como quiera sólo mediante su trabajo y su esfuerzo. Un país donde una persona de origen humilde como Obama, de familia originaria de diferentes partes del mundo, puede estudiar en las mejores universidades, y terminar siendo el Presidente.

Obama, en efecto, es el político del XXI. Pero no porque sea mulato, que es una obsesión de la prensa española y europea. Eso no es lo más importante en América. Es el político del siglo XXI porque ha cambiado la forma que tienen las campañas electorales en el mundo, insuflando esperanza y un sentimiento de que se pueden alcanzar grandes logros poniéndose manos a la obra. Ha apostado por las nuevas tecnologías, fundamentalmente por Internet, y eso le ha permitido una recaudación récord. Ahora queda ver si también imprime ese nuevo estilo en su gestión. Obama ha dado mucha importancia a la imagen y al marketing, pero todo indica que no va a ser un Presidente que gobierne mediante gestos, como Zapatero, sino con hechos, porque la sociedad americana le va a exigir que así lo haga. A nosotros, vivamos donde vivamos, sólo nos cabe desear que ese cambio que ha prometido Obama vaya en la buena dirección, y que el mundo sea un poco mejor después de su presidencia.

Real Madrid para extranjeros

por Joan Valls

Si alguna vez hablan con extranjeros sobre la situación de España y notan en sus interlocutores esa mirada de asombro e incredulidad que suele despertar el surrealismo español en los foráneos, recurran al Real Madrid como metáfora. Verán cómo, en pocos minutos, todo queda aclarado.

Porque el Real Madrid es una imagen perfecta de aquello en lo que se ha convertido la sociedad española actual, en la que todo se desvirtúa y deconstruye a una velocidad que ya querrían para sí Sanz y Rajoy, los nuevos presentadores del número de la cabra. Dirigido por un incompetente elegido en circunstancias cuanto menos extrañas, con una masa de electores sin criterio ni espíritu crítico, el club se mueve a la deriva, protegido todavía por el temor que inspira su pasado y por la vergüenza torera de dos o tres jugadores, aunque ya alejado de la élite europea.

Al Madrid, como a España, sus enemigos seculares nunca les van a perdonar lo que les hicieron. Los mitos del favoritismo franquista, que, en realidad, lo fue sobre todo para el Barcelona, son utilizados machaconamente para desacreditar una historia de triunfos labrados en la lucha, la nobleza y el esfuerzo. Al Madrid y a España, en sus respectivos ámbitos, se les deslegitima sin pausa y, lo peor, ambos malgastan sus escasas energías en la reacción a la iniciativa ajena, en vez de construir un discurso sólido y unificador.

Pero no todo es achacable a la envidia y al rencor ajeno. Hay muchos ejemplos sangrantes de nuestra propia estupidez infinita, de suicidio a cámara lenta, de actitudes que despiertan la indignación en cualquier mente con un mínimo de cordura. Por ejemplo, la relación del Madrid con su cantera, digna de una tesis doctoral. Tras invertir años y mucho dinero en la formación de canteranos, los regala a los rivales, que, de esta forma, se refuerzan sin apenas esfuerzo y cuyas plantillas quedan sembradas de cuentas pendientes. Quién no ha visto a un antiguo canterano del Madrid hacer el partido de su vida frente a los blancos. A cambio, compra a precios astronómicos a jugadores sin apenas palmarés, malvende a los más capaces y nos tortura y humilla con la presencia en el campo de ex futbolistas como Raúl, Guti y Salgado. Metáfora perfecta de la fuga de cerebros españoles: jóvenes formados durante dos décadas que son despreciados por el mercado laboral español y recibidos con los brazos abiertos en el mundo civilizado. Las empresas españolas son cementerios de elefantes protegidos por las barricadas de los sindicatos más obsoletos de Occidente ¡A eso se le llama, amigo lector, tercermundismo o, en términos futbolísticos, raulismo! En estado puro.

Sí, los enemigos, peores incluso que los surgidos por la envidia y la impotencia, están, como suele suceder en la vida, sobre todo en nuestras entrañas. Somos nosotros, los madridistas, los que más daño nos hacemos. No hay nada tan deprimente como la grada del Bernabéu. Nada tan incompetente como un socio compromisario. Nada menos elegible que la terna de candidatos a la presidencia del Club. Nada más digno de terminar envolviendo cajas de gusanos para la pesca que la prensa deportiva especializada en el Madrid.

Qué lejos queda don Santiago Bernabéu… la última polémica sobre el todavía presidente Calderón es el mejor ejemplo para ilustrar el análisis de Lippmann: muchas crisis de las democracias occidentales son, en realidad, crisis del periodismo. Que nadie dude de que es un problema de alineaciones; es decir, en qué equipo mediático juega el presidente del Real Madrid. Chamartín se convierte, una vez más, en la arena en la que se dilucidan asuntos ajenos al fútbol.

Quizá el problema del Madrid, como el de España, se reduzca a que los errores se van acumulando fuera del armario, a que el quijotismo y la gilipollez no venden camisetas y así, claro, vamos perdiendo el nivel de exigencia de los enemigos. Y de ahí a convertirnos en un Tottenham o en la España de Rodríguez ya sólo hay un paso.

Artículo publicado en Libertad Digital

3/11/08

Elecciones en EE.UU. (IV). El momento de que América decida

por Ignacio Moncada

La norteamericana siempre ha sido una nación orgullosa de su sistema democrático, cauta con la delegación de los poderes, y escrupulosa con la defensa de la libertad individual. No es el país perfecto, por supuesto, y a algunos vicios tradicionales ahora se suma una crisis de identidad. Sobre ellos gravita un sentimiento de pérdida de peso como líder internacional que es consecuencia de una cierta abdicación de parte de sus principios fundacionales.

Los ciudadanos americanos han llegado ya a la encrucijada de las elecciones presidenciales. Suele decirse cuando hay una cita con las urnas que “ésta es la decisión más importante de las últimas décadas”. El New York Times abrió el largo editorial en el que se pedía el voto para Obama —“Barack Obama for President”, 23 de octubre de 2008— diciendo: “La hipérbole es la moneda de cambio habitual en las campañas presidenciales, pero este año el resultado decidirá realmente el futuro de la nación”.

Todas las elecciones van condicionando la salud de una nación al igual que una persona se va definiendo a sí misma en las decisiones del día a día. Una nación también tiene su día a día, y cuando ésta es de verdad democrática y libre dispone de distintos cauces a través de los que los ciudadanos pueden tomar decisiones y controlar las acciones de sus representantes. Pero cada cuatro años, ante las urnas, se presenta una reválida, un examen de conciencia democrática y se eligen las líneas maestras del futuro político del país.

El próximo día 4 de Noviembre los ciudadanos de EE.UU. deben tomar una importante decisión. Por un lado está Barack Obama, el mulato nacido en Honolulu, de padre keniata y madre de Kansas, que dice encarnar “el sueño americano”, y que promete restablecerlo trayendo “cambio” y “esperanza”. Con el aura elitista que suelen tener los políticos Demócratas, experto en economía y en derecho, y con una oratoria que gira en torno a la estética, dice saber cómo devolver a EE.UU. al papel internacional que merece, saneando la economía nacional y liderando desde el pragmatismo.

Por el otro lado se presenta John McCain, el viejo héroe americano, cuya historia sobre su cautiverio y tortura en Vietnam despierta respeto y aprecio entre los seguidores de ambos partidos. Su carrera política en el Senado ha sido larga, y ha demostrado saber combatir a su propio partido cuando creía que algo no era bueno para los ciudadanos, llegando casi a ser incorporado en el “ticket” Demócrata como vicepresidente de John Kerry en 2004 contra George W. Bush.

Es posible que ésta haya sido una campaña electoral más larga de lo deseable. Ha sufrido muchos vaivenes, comenzando con Hillary Clinton como favorita indiscutible, pasando por la carrera lanzada de Obama basada en la imagen y el marketing, hasta el revulsivo de Sarah Palin, o la irrupción en campaña de Joe “el Fontanero”. Para los que nos gusta seguir los grandes acontecimientos políticos, da hasta un poco de pena poner fin a una campaña tan excitante y emotiva como ésta. Pero la situación en la que está Estados Unidos, y por extensión el mundo occidental que necesita del empuje de los valores americanos, exige que entre un nuevo Presidente en la Casa Blanca y se ponga manos a la obra.

Las encuestas indican que Barack Obama probablemente sea esa persona. Sin embargo en España los resultados electorales son mucho más previsibles que en EE.UU. Es porque aquí aún no tenemos la cultura democrática que nos hace elegir en conciencia, sino que los votos se reparten según un principio de “hooliganismo” político, más propio de un aficionado respecto de su equipo de fútbol que de una conducta democrática. Allí no. En América los votantes tienden a la alternancia de partidos y a buscar equilibrios de poder, y por tanto las corrientes de voto muchas veces son imprevisibles.

McCain lo tiene difícil, pero eso le mantiene con esperanzas. Los Demócratas controlan actualmente las cámaras legislativas, y puede que los americanos sientan algún tipo de recelo a que este partido controle también el Gobierno. Pero por otro lado su campaña se ha orientado a tratar de convencer al núcleo conservador de su propio partido. Eso le ha provocado un deterioro de imagen que ahora le supone un lastre electoral, neutralizando parte de ese magnetismo que tenía con el americano medio por haber demostrado no estar en política para servir a su partido, sino a los ciudadanos.

Después de tanto tiempo, ha llegado la hora de la verdad. Puede que en las decisiones de última hora —uno de cada siete votantes aún no lo tienen claro—, muchos americanos encuentren en él un candidato más seguro que el inédito Obama, pero que a la vez sea capaz de traer el cambio y la reforma que EE.UU. necesita. Puede también que el resultado sea el que indican las encuestas, y que Obama sea elegido como cambio político y simbólico que vuelva a activar la ilusión ciudadana americana.

Yo creo que lo más probable es que se dé una combinación de ambos factores, sumado a la posibilidad de un pequeño cambio de opción por desconfianza racial y por la tendencia americana a reequilibrar los datos de las encuestas, y que finalmente sea Obama quien gane por un margen mucho menor del que se espera. Pero sea quien sea el vencedor, tendrá una gran responsabilidad en sus manos. Ahora, después de que los candidatos hayan hablado durante meses, es el turno de los ciudadanos. Es el momento de que América decida.

2/11/08

Elecciones en EE.UU. (III). El legado de George Bush

por Ignacio Moncada

Es probable que quien gane las elecciones el próximo día 4 de Noviembre tenga que tragarse parte de sus promesas. La situación en la que queda EE.UU. es muy difícil. El próximo presidente heredará un país al borde de la recesión, desilusionado con respecto a su política exterior, su imagen debilitada, y con su condición de líder mundial puesta en solfa. Es un regalo envenenado para Obama o para McCain, que saben que, según entren en su nuevo y ovalado despacho, lo primero que tendrán que hacer será sacar las tijeras del cajón y comenzar a recortar.

George W. Bush sale de la presidencia entrando a su vez en ese duro club de los ex presidentes de baja popularidad. Es un personaje que no me gusta, aunque no descargo sobre él tantos improperios ni le responsabilizo de tantos males como hace la mayor parte de la gente. No porque no sea ineficiente, ni porque no sea torpe, sino porque no tiene tanto poder como parece.

El presidente del Gobierno español, por ejemplo, es uno de los dirigentes con más poder dentro de su país: controla el Congreso, el Poder Judicial, los tribunales Supremo y Constitucional, muchos monopolios, muchas cajas de ahorros, y muchas televisiones. En EE.UU., el Presidente no tiene ningún control sobre el Congreso o el Senado, ni sobre el órgano judicial, y no tanto poder sobre la economía nacional como se piensa. No tiene tanta capacidad para empeorar las cosas. Y eso forma parte del éxito americano.

Desde fuera, se ha repetido insistentemente que la crisis financiera internacional es culpa de Bush. Sin embargo, las regulaciones, a lo que falsamente se acusa como culpable de la crisis, es responsabilidad de las cámaras legislativas, actualmente controladas por demócratas. Evidentemente esta crisis se lleva décadas incubando, y se debe a una convergencia de problemas. El Gobierno americano tiene acceso a importantes resortes de la economía, principalmente los presupuestarios, pero no es capaz de crear una crisis tan profunda. Las autoridades monetarias tienen mucha más capacidad para hacerlo.

También se ha repetido con insistencia que con Bush se cae “la doctrina liberal”. El Partido Republicano ha tenido grandes liberales, y parte de sus fundamentos pertenecen al liberalismo. Pero otras tendencias de ese partido son contrarias al liberalismo, como su propensión al proteccionismo económico. Bush no ha sido exactamente un liberal, ni sus políticas lo han sido. Por poner un ejemplo, con él los presupuestos no han sido equilibrados, sino que han sido sinónimo de déficit público, llevando a la nación a un nivel de deuda prácticamente insostenible.

Pase lo que pase, el próximo Presidente de Estados Unidos será mejor que Bush. El legado que deja el tejano, que pese a que no es único artífice de los problemas sí que ha contribuido a agravarlos, es lo suficientemente problemático como para que el que no gane sienta cierto alivio. La crisis financiera, el estancamiento de su economía a nivel de calle, el abultado nivel de deuda, el retorno a una política internacional seria y la situación en Oriente Próximo son suficientes para ser las únicas ocupaciones del futuro vencedor. El mundo lo necesita.

1/11/08

Elecciones en EE.UU. (II). McCain y los argumentos reversibles

por Ignacio Moncada

McCain está viviendo una campaña electoral muy complicada y confusa. La mayor parte de la prensa está embarcada en una estrategia de desgaste del candidato republicano, pero se le acusa de una cosa y de su contraria. No es una estrategia muy desconocida aquí en España.

Ahora se dice que forma parte del movimiento “neocon”. Ésta es una corriente cuasi-imaginaria, que se aplica a todo aquel republicano que tiene opciones de llegar al poder. Es una extraña nebulosa oscura que recubre a todo candidato que entraña peligro para los demócratas. Decían que Reagan era un “neocon”, Bush padre también, y el hijo todavía más; es decir, todos los que ganaban elecciones.

Mientras McCain se ha enfrentado a Bush, desde la prensa demócrata se le consideraba el caballero blanco que iba a destronar a los neoconservadores. Ahora que puede ganar, y por lo tanto supone un peligro, han realizado una pirueta argumental y le han etiquetado como “neocon”. Quién sabe, tal vez signifique que tiene más posibilidades de lo que parece.

No he oído prácticamente nunca a Obama criticar a McCain directamente. Siempre ataca a Bush, y añade la coletilla: “McCain es más de lo mismo”. Pero la memoria trae malas pasadas. Un ejemplo: en el año 2005, McCain instó a modificar la regulación de las hipotecarias Freddie Mac y Fannie Mae por “estar acumulando gran cantidad de activos de alto riesgo”. El paquete legislativo propuesto fue rechazado por el Partido Demócrata, encabezados por el congresista Barney Frank y el senador Chris Dodd, por “no ser más que una exageración”. En la actualidad son defensores de Obama, y los argumentos que usan ahora son los contrarios a los que empleaban hace tres años. Otra vez la reversibilidad de los argumentos.

Gane o pierda, los americanos reconocen en McCain a un héroe prudente, a un político por y para sus ciudadanos. Tal vez demasiado temperamental a veces, y un poco mayor para el dinamismo que ahora se busca en la presidencia americana. En algunas de sus ideas y propuestas no estoy de acuerdo. Sin embargo, su idea “reaganiana” de combatir el gasto público que no es estrictamente necesario o que va destinado a atraer votos es para mí una lección magistral de política.

En resumen, el candidato republicano va rezagado en las encuestas. Lo tiene complicado para instalarse en 2009 en el Despacho Oval. Ha demostrado ser un buen candidato, pero no ha terminado de convencer a una población tendente a la alternancia y hastiada de republicanismo. De todos modos, en unas elecciones, y más aún en América, hasta el final nunca se sabe lo que puede pasar.

31/10/08

Elecciones en EE.UU. (I) Obama visto desde Europa

por Ignacio Moncada

En Europa, Barack Obama causa euforia. Si los europeos votaran en las elecciones estadounidenses, arrasaría. Sorprendentemente para nosotros, el candidato demócrata a la Casa Blanca no saca tanta diferencia a John McCain como nos gustaría.

Muchos analistas dicen que EE.UU. es una nación conservadora, y que por ello les cuesta votar a un “progresista”. Sin embargo, buena parte de los progresos de la Historia, comenzando por el desarrollo de la libertad, son productos norteamericanos. Lejos de ser ése el motivo, la cuestión es mucho más sencilla: allí le conocen mejor.

Gran parte del socialismo europeo, y puede que en España más aún, abrazan a Obama sin conocer muchas de sus ideas. Por ejemplo, él cree que los homosexuales pueden unirse civilmente, pero en ningún caso constituir un matrimonio. En España, ésa es una opinión etiquetada de “ultraconservadora”.

También es contrario a la guerra de Irak, como gran parte de la sociedad española. Eso dice, porque comenzó a criticarlo cuando era políticamente rentable. Él no votó a favor porque no era senador entonces, pero sus compañeros de partido, que ahora también critican la guerra, sí votaron a favor.

Ahora bien, su argumento no es el pacifismo europeo. Es que Irak distrae la atención de la guerra en Afganistán. Tal vez muchos aquí ignoran que, en caso de ganar las elecciones, Obama estudiará a fondo una posible invasión a la franja noreste de Pakistán.

En otros temas, pueden encontrarse más sorpresas. Por ejemplo, él cree que tener un arma es un derecho, además garantizado constitucionalmente. Y, de igual forma, cree que el Estado puede arrogarse la capacidad de quitar una vida a través de la pena de muerte, por ejemplo, a violadores de menores. Aunque bien es cierto que en estos últimos temas ha fluctuado tanto, que cuesta creer que su convicción sea muy profunda.

En el fondo, a Europa no llega más que una imagen, un producto de marketing. Nuestra simpleza es tan patente que nos mostramos eufóricos por un candidato cuya ideología aquí repugnaría a los socialistas y los centristas. Muchos dirán que es por comparación con el adversario, pero yo creo que si alguien piensa que la ideología es relativa, que no depende de en qué creas sino del contexto, es que no cree en las ideas. Tal vez sí en la estética.

Realmente Obama tiene propuestas e ideas. Para mí, unas son buenas y otras no tanto. Pero como no ha hecho gran cosa en su vida política, aún puede rellenarse con lo que a cada uno le gustaría que fuese. Al final, entre lo que ignoramos y lo que nos inventamos, cada uno ha creado en Barack Obama a su candidato ideal.

30/10/08

Vientos obamitas

Pepesoe recomienda la lectura del último artículo publicado por Spengler en Asia Times:

The world isn't flat, it's flattened

"The financial crash exposes the fragility of large swaths of the world. The political consequences will be terrible. The worst of it is that America will not be around to moderate the melee, not if Democratic Senator Barack Obama is elected president, that is. Those who objected to America's role as world policeman will get what they wanted, but they won't like it: a religious war reaching from Lebanon to Pakistan, and Colombian-style narco-war spreading to Mexico and Brazil."

Traductor de páginas web para aquellos lectores que deseen la versión en español.

El dilema de las Reducidas

Imagine que decide hacer una quiniela con un presupuesto de 4,5 euros, es decir, nueve apuestas, a 0,50 euros cada una. Tras analizar el boleto, concluye que, de los catorce partidos (el 15 no permite dobles o triples), cuatro encuentros son especialmente difíciles de pronosticar. Uno de los sistemas del método reducido le permite utilizar cuatro triples (81 posibilidades). El precio de esos cuatro triples, en el método directo, sería de 40,50 euros, pero al optar por la reducción, baja a 4,50 euros. Eso implica que usted se asegura acertar tres de los cuatro triples, pero las posibilidades de que acierte los cuatro triples son una de nueve, ya que una tabla de resultados le ofrece nueve combinaciones posibles de esas 81. Por el contrario, si opta por dos triples directos por el mismo precio, los otros dos partidos que no jugará a triple tendrán, también, una posibilidad entre nueve de acertarlos. Aquí llegamos al dilema de las reducciones: ¿Qué es más conveniente, la reducción, que nos asegura tres de los cuatro partidos, aunque el azar (una posibilidad entre nueve) será el que decida el cuarto triple, o nuestra decisión en los dos partidos sin triple, con también una posibilidad entre nueve de acertarla? En ambos casos jugamos la misma cantidad, pero en la reducción cederíamos ambición y albedrío a cambio de seguridad, mientras que en el método directo conservamos nuestro poder de decisión sobre los resultados esperados. Dicho de otra manera, aquellos que juegan a las reducciones aspiran a una quiniela de 13, mientras que los del método directo van a por los catorce.

29/10/08

La guerra de dos mundos

por Joan Valls

Existe en cada uno de nosotros la tendencia a entregarnos y a replegarnos. Como una lucha constante, quizá de ser uno con todo. Las circunstancias y la voluntad nos llevan por uno u otro camino, y algo parecido suele suceder con las civilizaciones que han sembrado de días este planeta.

China, con sus cuatro mil años de historia, es el ejemplo más claro de esta balanza tan descompensada, que se decanta unas veces por la apertura y otras muchas por el ensimismamiento, como si se le pudiera poner una cerca a los cometas.

La dinastía Qin fue corta. Entre 221 y 206 antes de Cristo, el emperador Qin Shi Huang, mediante una administración eficaz y un ejercicio del poder despiadado, unificó los estados e inició la construcción de la Muralla para defenderse de las invasiones nómadas. Con la dinastía Han, que perduró hasta 220 después de Cristo, llegó el expansionismo militar. La corrupción y las rivalidades llevarían a nuevas rebeliones y a divisiones internas en tres reinos. La dinastía Ming (1368-1644) libró a China del dominio mongol y reconstruyó la agricultura en sus dos primeros reinados, pero la corrupción acabó convirtiéndose en un Saturno que todo lo devoraba. Rescato parte de un artículo que publiqué en esta misma columna hace unas semanas sobre la Flota del Tesoro para tratar de ilustrar el efecto devastador que tuvo para China el aislacionismo:

“Partió en 1405 desde el puerto de Liujiagang, en la que sería la primera de siete expediciones. Eunuco. Musulmán. Chino. Durante 28 años, Zheng He comandaría la flota del Tesoro. Su misión, ideada por el emperador Chengzu, consistiría en promover el intercambio y la cooperación con naciones y civilizaciones de todo el mundo. El imperio Ming se estaba abriendo al mundo y una flota con 27.000 hombres se encargaría de estrechar los lazos. A lo largo de casi tres décadas, la flota del Tesoro cumplió con éxito su cometido y China logró establecer vínculos comerciales con Asia y África que trajeron prosperidad a la nación.

Pero Zheng He no regresó de su séptimo viaje. Su huella desapareció durante seis siglos, quizá porque los confucionistas desplazaron a los eunucos, lo que llevó a China a replegarse, nuevamente, sobre sí misma.”

La Flota del Tesoro fue quemada y se reforzó la muralla con sistemas de defensa mucho más sofisticados. El confucionismo apartaba a China del mundo.

La dinastía Qing, la última que rigió los destinos de China, sumiría al país en un caos de corrupción y aislacionismo. 1933, 1966, 1976, Chang Kai-shek, Mao y Deng Xiaoping son fechas y nombres que ya nos quedan muy cerca.

La reflexión sobre la eterna China trae paz. Nos ayuda a relativizar nuestra presencia en el mundo como españoles. Más aún como catalanes. Pienso en nuestras pequeñas murallas. Los Pirineos, el Ebro. Tan frágiles, tan superadas. Era necesario el nacionalismo para que nada se moviera en este pequeño corral de siete millones de almas. La Flota del Tesoro catalana fue la tecnocracia franquista. Cuando España ya no era negoci, tomaron las calculadoras y concluyeron que la independencia o la OPA pura y dura mantendrían las cuentas sanas. Quemaron las naves que habían traído prosperidad y paz.

El aislacionismo suele llevar a las sociedades a la ruina y no surge como respuesta, sino como prisión preventiva para masas sospechosas de pensar por sí mismas. La Gran Muralla no era eficaz per se. El poder radicaba en lo que simbolizaba. No mantenía al mundo fuera de China, sino a los chinos alejados del universo.

Papini para españoles

Giovanni Papini, El crepúsculo de los filósofos

"Herbert Spencer ha combatido el Estado, es cierto, pero lo ha combatido en cuanto funciona mal, no en cuanto es limitación de libertad aunque funcione bien, de limitación más grande cuanto mejor funcione. Ha combatido el Estado, pero no ha combatido ni la sociedad en general, ni los varios grupos humanos, ni todas las demás formas de esclavitud colectiva, consciente o inconsciente, de que somos víctimas todos los hombres."



Estética y voto: José Luis

por Vicente de Vicente

Antaño, el careto del presidente se calificaba como relamío. Si se decía relamido se le sisaba énfasis. Ni qué decir tiene que queda mucho más explícito que remilgado. Remilgado es un término para sus señorías. Relamío es del pueblo llano. De chirigota de Cádiz. José Luís Rodríguez, alías el Relamío. Quiero reivindicar ese apelativo.

El genuino relamío tiene esas entraditas capilares que se van disimulando según los antojos del estilista de turno. La alopecia no es buena consejera. Tiene esa barbilla prominente o esos boquita retraída que nunca se sabe bien los antojos de la naturaleza para donde tiraron. Boquita que fruncen cuando no le dan la razón que es casi siempre. Lo tunearon con el flequillo y la gente se partía el pecho de la risa. Le tunearon las cejas de Mefistófeles y el cachondeo aumentó cantidad de decibelios. Pero, ay, hombre de Dios, guarda para cuando no hay. Que no te tuneen todo de una vez, que cada vez te pareces más a Mr. Bean.

Ahora, con lo que ha despertado la hilaridad general ha sido con el berrinche de la reunión de Bush. Ha cogido tal rebote que está dando más vuelta en busca de apoyos que un mariquita en la feria de Sevilla. Mira, José Luís, te vas a Doñana. Llamas a Chávez, a Evo Morales a Fidel, eso sí, con su chándal de petanquero o de Luís Aragonés, y al compañero Ortega y te montas un guateque alternativo. Que sí, que tú puedes. Para eso eres el Relamío.

27/10/08

Por qué dejé de ser de derechas

por Joan Valls

"No me pasaré a ningún otro partido. Seguiré luchando por mis ideas desde la independencia. Quizá, si en el futuro naciera un partido de centro que se esforzara en superar la crispación y división en la que está cayendo nuestra sociedad, volvería a adoptar un nuevo compromiso. La política siempre fue necesaria. Ahora, más que nunca." Así se despedía del Partido Popular Manuel Pimentel, ex ministro de Trabajo, en marzo de 2003. Aunque en ese momento no compartí su postura frente a la guerra de Irak, el tiempo y muchas decepciones me han ayudado a comprender mejor su demanda de democracia interna y de respeto a todos los puntos de vista.

El recuerdo de la despedida de Pimentel y la presentación del interesantísimo Por qué dejé de ser de izquierdas, de Javier Somalo y Mario Noya, me llevó hace unos días a preguntarme por qué dejé de ser de derechas. Porque si alguna vez me consideré de derechas fue, sobre todo, como posición frente a una izquierda dogmática, totalitaria, apátrida e incapaz de hacer la menor autocrítica y de pedir perdón por sus crímenes. En realidad, la dinámica social me empujó, como al resto de los ciudadanos, a tomar partido en una dicotomía tan absurda como nuestra historia reciente. Supongo que en eso consiste ser español desde hace un siglo. Craso error el mío en todo caso, porque, con la mejor voluntad, como la de la mayoría de simpatizantes de PSOE y PP, contribuí a agravar el problema que creía combatir. El mal menor no es más que el ralentizador del desastre que nos negamos a ver.

La segunda legislatura de Aznar comenzó a abrirme los ojos. Sí, Federico Jiménez Losantos y algunos pocos más siempre habían desconfiado de nuestra derecha, pusilánime y vendepatrias, pero España estaba despegando, o, al menos, eso parecía, y, tras la pesadilla del felipismo, el horizonte se veía despejado. Pero el rumbo de Aznar se torció pronto. Su política de medios fue desastrosa y entreguista, no midió las fuerzas en su guerra soterrada de independencia de la metrópolis francesa y, cual vulgar reyezuelo, designó como sucesor a uno de los tipos más lamentables, incompetentes y patéticos que se recuerdan al este del río Pecos. El protagonismo estelar de la derecha en la construcción de la versión oficial del 11M me hizo perder el poco respeto que ya sentía por ella. Una derecha que ha renegado de sus bases, que ha optado por la simbiosis con el PSOE y ha elegido un discurso del que jamás nada constructivo saldrá: presentarse como el mal menor para nanogobernarnos cuando herede el poder.

¿Qué alternativa queda para los millones de solitarios corredores de fondo que empiezan a poblar las carreteras de España? ¿El exilio interior, como en Cataluña? ¿El cinismo? ¿El zapaterismo disfrazado de Rosa10? ¿El partido de centro que espera Godot Pimentel? ¿O quizá la tercera vía a la española en forma de liberalismo y asentado en la premisa España y Libertad? Mi propuesta, modestamente, empezaría por la desbunkerización de la opinión panoptizada. Creo que sería el primer paso para que socialistas, comunistas, conservadores, centristas y separatistas de distinto pelaje lleguen a comprender lo lejos que nos encontramos de un sistema democrático saludable con este presunto líder de la oposición que se permite insultar a todo un país de esta manera: No es momento de pasar factura a Zapatero, sino de evitar que se le pase factura a España.

Nos movemos en paradigmas muy movedizos y más nos valdrá a todos acertar esta vez, para así, dentro de un par de décadas, escribir libros y artículos en los que afirmemos por qué seguimos defendiendo los mismos colores que en este octubre mediocre de 2008.

Artículo publicado en Libertad Digital

26/10/08

Invisibles al mundo

por Ignacio Moncada

Algunos dicen que ha sido el resultado de una evolución darwinista de la ideología mundial. Otros, que una mera cuestión de azar. Pero el hecho es que a Zapatero le ha tocado gobernar en un contexto internacional que no le gusta. Donde debería sentarse Ségolène Royal, está Nicolas Sarkozy; donde merecía mandar Schröder, se sienta una fracasada llamada Merkel; en el asiento que debería ocupar un político de la izquierda italiana clásica, se llame Prodi o Veltroni, se ha sentado un político con ademanes autoritarios llamado Berlusconi. Lo peor de todo es que, en la cabecera de esa mesa donde se toman algunas de las decisiones más determinantes de Occidente, no se sienta quien debería, un patriota llamado John Kerry, sino un tejano cuyo nombre es sinónimo de insulto, recurso literario sobre el que cargar todos nuestros males: George W. Bush.

Yo nunca contrataría a Zapatero como asesor de apuestas, o como gestor de fondos. Él se mueve en la esfera internacional siguiendo un patrón ciego de afinidades ideológicas, olvidando las consecuencias de sus decisiones y su responsabilidad como representante. En las elecciones de países importantes, en lugar de expresar su preferencia por un candidato con elegancia y discreción, se involucra con radicalismo, denigra y hace campaña en contra del adversario, que, casualmente, suele ganar las elecciones.

George W. Bush se ha transformado para Zapatero en un eslogan socialista; en una frase hecha que significa “extrema derecha”, “conservadurismo ominoso” o “fascismo imperial”. El antiamericanismo español es necio porque no entiende que detrás del presidente de EE.UU. se halla más de la mitad de los americanos. Y peor aún, que la bandera de barras y estrellas representa, no sólo a todos los estadounidenses sin excepción —allí nadie reniega de su patria, ni se acusa de adueñarse de los símbolos a quien hace uso orgulloso de ellos—, sino a buena parte del mundo que entiende que los valores americanos, la libertad y la igualdad de oportunidades, son el motor que nos ha hecho progresar más que en ninguna época de la historia.

Porque no hay que olvidar que, sin EE.UU., Europa sería aún pasto del totalitarismo nazi o comunista. Que cuando en Europa nos pusimos a jugar con las ideologías, y se empezó a idealizar el Estado como ente supremo, nos enzarzamos en las dos guerras más sangrientas e irracionales de la historia, en los más atroces genocidios, y que fueron los americanos los que desembarcaron en un continente ajeno para defender la libertad del mundo, haciendo un enorme sacrificio por una cuestión de principios, en uno de los grandes actos de generosidad de la historia. Después de eso, el antiamericanismo ha sido nuestra irresponsable respuesta.

Esa actitud radical que en España sólo se tolera, y de buen grado, dentro del socialismo, la del antiamericanismo visceral, ahora nos está pasando factura. No fue tanto el hecho de que Zapatero cumpliera con su promesa electoral de desertar de Irak, pues eso es algo comprensible, o en todo caso olvidable. Puede que hasta tampoco la campaña infamante que protagonizó nuestro Presidente en Túnez, y después por todo el mundo, tratando de convencer a todos de que América era el mal. Tal vez hayan perdonado la actitud zapaterina de cooperación con las ideas de los “enemigos de la libertad”, que son de las dictaduras latinoamericanas, así como la equidistancia de principios planteada entre EE.UU. y Rusia. Pero lo que los americanos de a pie no olvidan, ni perdonan, ni entienden, es el hecho de que nuestro Presidente del Gobierno, en un arrebato de radicalismo ideológico, iconoclastia antiamericana, y simpleza intelectual, faltara al respeto a toda la nación estadounidense, y todo lo que ello representa, quedándose sentado con cara de perro al paso de la bandera norteamericana.

Ahora los líderes más importantes del mundo, todos contra los que Zapatero ha hecho campaña, ha insultado, y ha ninguneado hasta la nausea, han preparado una importante cumbre en Washington donde se decidirá el porvenir de los principios morales del mundo, tanto desarrollado, como en desarrollo. Serán actores importantes países como Argentina, Brasil, Méjico, Turquía, Arabia Saudita, Corea del Sur o Indonesia. Son países muy importantes, por supuesto, y que desde mi punto de vista merecen participar de una decisión tan importante como la que se debatirá en Washington. Pero España, para nuestro bochorno, no está invitada. Los anfitriones nos han dado la espalda y los países organizadores no han movido un dedo por nosotros.

Es posible que sin un Presidente irrespetuoso, que no entiende la importancia que tienen los símbolos en el mundo, tampoco hubiéramos estado en la cumbre. Pero se han juntado demasiados desplantes de Zapatero, demasiados errores, una imagen demasiado mala, como para que los demás líderes se esfuercen en convencer a Bush de que el que ofendió a su nación deba estar presente en Washington. En la población española flota la sensación de que hemos cambiado de un primer plano internacional en el que estábamos con Aznar —aunque fuera implicándonos en asuntos espinosos—, a una segunda división, codeándonos con líderes de dudosa legitimidad, o de unos valores diferentes a los de Occidente. Es ese sentimiento, esa sensación de no contar en las decisiones importantes la que ahora duele a los españoles, lo que hace que Zapatero esté en una actitud suplicante por el mundo, mendigando un gesto de reconocimiento, sin reconocer que el desplante a la bandera americana nos ha relegado a todos a lo que David Gistau llama la zona intertoto; ese lugar internacional de segundones, donde a la hora de la verdad somos invisibles al mundo.

25/10/08

Londres, contra cualquier límite a la entrada de extranjeros

por Javier Monjas

El nuevo y máximo responsable para la inmigración en el gobierno británico tomó posesión de su cargo y, en días, entró a saco con propuestas de una contundencia inaudita para el laborismo -y también para el conservadurismo- de Londres. Límites cuantitativos a la inmigración, saber quién entra y quién sale, afrontar el fiasco del multiculturalismo, obligatoriedad de aprender inglés, rechazo al pañuelo musulmán, preferencia de los británicos sobre los inmigrantes en los puestos de trabajo, reconocimiento del “fracaso” laborista en su política de asilo… Incluso, rechazo al uso de la sanidad pública por los ilegales. Menos de 24 horas duró el espectacular ‘mea culpa’. Al día siguiente, un comunicado oficial y una serie de apariciones en los medios llevó a un arrepentido Phil Woolas a defender lo contrario de lo que había dicho unas horas antes. Con un nuevo y no menos espectacular argumento: no hay que tener miedo a una inmigración que crezca sin límites puesto que “la población de la Unión Europea puede ir y venir igual que nosotros (los británicos) vamos y vivimos en España o Francia”.

Nuevo Digital

24/10/08

El ocaso de los Dioses

por Joan Valls


(Artículo publicado el 1 de septiembre de 2006 en Debate21)

Dice un proverbio chino que la mentira produce flores, pero no frutos. Y así andamos en esta España dominada por el victimismo nacionalista, que ha ido construyendo a lo largo de décadas un discurso impermeable a la coherencia, meramente coyuntural y adaptado a las circunstancias que más favorecían a las economías catalana y vasca. Flores en forma de proteccionismo, franquismo y estatutos varios, pero escasos frutos de bienestar para todas las regiones.

El todavía presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, se permitió afirmar el día de la entrada en vigor del nuevo estatuto que “Cataluña ya tiene una nueva constitución y puede hacer lo que quiera”. En realidad, el nieto de Joan Maragall quería decir que Cataluña ya ha hecho oficial lo que lleva practicando desde hace casi un par de siglos: hacer del mercado español un patio rehén en el que no cabía la competencia foránea. Cuando los nuevos tratados internacionales han hecho insostenible esta situación, el nacionalismo catalán ha optado por el librecambismo. Ahora, se trata de alejarse del estado español porque ya no representa un objetivo prioritario. Basten estos datos proporcionados por Jordi Maluquer: mientras las ventas de Cataluña al resto de España registraron una pérdida relativa sostenida (90% del comercio total de exportación en 1967 frente al 69% en 1994), las exportaciones al extranjero se duplicaron entre 1994 y 2000.

En Un análisis sobre el nacionalismo catalán, J.L. Allero analiza la apuesta del nacionalismo catalán por el librecambismo y la plena integración europea, sin que eso provoque, aparentemente, un choque significativo con la contradicción que implica la política lingüística. El nacionalismo librecambista sería un intento por no depender del Estado, mientras, al mismo tiempo, se incentiva la llegada de multinacionales, algo que parece haber fracasado con el fenómeno de la deslocalización que tan de sorpresa parece haber cogido al Tripartit nacional y socialista:

“Un proyecto nacional integrado en la Unión Europea no tiene futuro sin una viabilidad económica. En este asunto, el nacionalismo catalán ha dado un gran salto al pasar de su histórico proteccionismo, con el que monopolizaban el mercado español para sus productos manufactureros, al área del librecambio. El proceso industrial catalán se forjó en el proteccionismo canovista que le permitió el monopolio del mercado español y el desarrollo progresivo de esta región como una de las más avanzadas de la nación. Su actual librecambismo es utilizado como medio para vincular Cataluña a los focos de desarrollo de tecnología punta de Europa.”

Si bien es cierto que, como apunta Allero, el canovismo aseguró el monopolio del mercado español para la industria catalana, la Ley de Desamortización General de Pascual Madoz del 1 de mayo de 1855 benefició a los miembros de la burguesía, sobre todo la catalana, que pudo así capitalizar las fincas de más valor y convertirse en latifundista. Con la excepción del Arancel Figuerola de 1869, el proteccionismo continuó azotando a los consumidores españoles de productos catalanes. Pero el nacionalismo catalán siempre ha sido inteligente, y mientras apellidos como Almirall, Güell y Ferrer han quedado en un respetable segundo plano, los Prat de la Riba y los Rovira i Virgili han gozado siempre de renombre.

Caso aparte merece el discurso nacionalista vasco. En Cambio de destino, Jon Juaristi analiza el surgimiento de la banda terrorista ETA, su génesis, asociada al deseo de mantener unas estructuras económicas que las élites vascas veían amenazadas por el desarrollismo tecnócrata del franquismo:

"El desarrollismo franquista había faorecido a las regiones industriales en detrimento del campo español, pero tal modelo, que implicaba la inversión del ahorro de las regiones rurales en Cataluña y el País Vasco, así como la orientación de los flujos migratorios interiores hacia ambas zonas, se hallaba amenazado por la política de los tecnócratas, tendente a una industrialización más diversificada -los famosos polos de desarrollo- y, por consiguiente, a una distribución territorial más equitativa de la renta. Esto era lo que verdaderamente alarmaba a unas clases medias que dependían económicamente de la gran industria -bien como cuadros de la misma o como propietarios de industrias auxiliares- y del rápido crecimiento urbano, tanto en el sector de la construcción como en el de los servicios (...) En resumen, el nacionalismo estaba necesitado de una organización revolucionaria y violenta, que consiguiera forzar los pocos cambios necesarios para que nada cambiase."

La falta de coherencia en la presunta ideología que se dice defender es una constante en el discurso de los nacionalismos vasco y catalán. La coyuntura lo preside todo, como demuestra el gran caudillo del nacionalismo vasco, Javier Arzallus, a lo largo de dos décadas de declaraciones. Sirvan éstas como muestra:

"El cuerpo me pide no crear hostilidad. Me gustaría contribuir a que Aznar forme Gobierno" (III-1996). "Aznar ha hecho más (por nosotros) que el PSOE en 13 años" (IX-1997). "Aznar sigue la línea de guerra y exterminio" (XI-1999). "¿Para qué queremos la autodeterminación ? ¿Para plantar berzas?". "La autodeterminación es una virguería marxista". "Euskadi está ahora a primer nivel autonómico" (XI-1987). "Como el TC acepte los recursos contra el Plan Ibarretxe y le dé la razón al Gobierno, aquí se ha acabado la democracia para nosotros y, por lo tanto, se han acabado las reglas del juego en las que entramos". (17-XI-2003)

Flores, pero no frutos. Regiones enteras de España nunca llegaron a desarrollar todo su potencial por expreso impedimento de regiones ricas, como la vasca y la catalana, que impusieron sus condiciones, se beneficiaron de sus recursos humanos y aprovecharon el franquismo para apuntillar el privilegio industrial. De todas formas, como en El ocaso de los Dioses, el Walhalla se derrumba. Un mundo que se extingue cede su lugar a otro.